En los últimos años, los patinetes eléctricos han experimentado un crecimiento meteórico en popularidad, convirtiéndose en los vehículos de movilidad personal (VMP) por excelencia en las ciudades. Su auge ha sido tan notorio que se ha requerido una regulación específica para abordar los desafíos y oportunidades que plantean en entornos urbanos. Los patinetes eléctricos, con la capacidad de cargar en casa y autonomía adecuada para los recorridos diarios, han eliminado preocupaciones relacionadas con el estacionamiento y los seguros, lo que ha contribuido a su aceptación en las ciudades de toda España y más allá.
La opción de convertir los patinetes eléctricos en una forma de movilidad compartida, similar a las bicicletas y los scooters eléctricos, no pasó desapercibida para las empresas. Gigantes como Reby, Bolt y Lime se lanzaron al mercado del alquiler por minutos de patinetes eléctricos, brindando a las ciudades una alternativa más para la movilidad sostenible. Entre las ciudades españolas con mayor presencia de estos servicios, Madrid y Barcelona destacan como líderes. Sin embargo, recientemente, Barcelona ha tomado una decisión drástica: eliminará los patinetes eléctricos compartidos de sus calles.
2La tensión en el espacio público
El primer argumento que esgrime Barcelona para eliminar los patinetes eléctricos compartidos se centra en la tensión generada por estos vehículos en el espacio público. Los usuarios de VMP comparten la ciudad con peatones, ciclistas y automovilistas, y la proliferación de patinetes eléctricos compartidos ha llevado a situaciones de estacionamiento caóticas en aceras y plazas. Esta falta de orden ha causado molestias a los residentes y ha dificultado la movilidad de las personas con movilidad reducida.
La regulación insuficiente en cuanto al estacionamiento de patinetes eléctricos compartidos ha llevado a una saturación de estos vehículos en las calles de Barcelona. A menudo, los usuarios abandonan los patinetes en lugares inadecuados, bloqueando pasos peatonales y áreas de juego para niños. Además, los problemas de vandalismo y robo también han contribuido a la percepción negativa de estos VMP en la ciudad. La eliminación de los patinetes eléctricos compartidos se presenta como una solución para aliviar la tensión en el espacio público y recuperar el orden en las calles de Barcelona.