Europa está en plena lucha contra los vehículos que ha catalogado como muy contaminantes e impone a sus países miembros unos planes anticontaminación rigurosos. Las trabas a la producción de coches diésel y gasolina que comenzarán en 2035 son más que una clara declaración de intenciones. También lo son las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) que hasta ahora solo colonizaban las ciudades más importantes de los países miembros, pero que en los próximos meses tendrán que irse reproduciendo por todas las ciudades.
Bajo la campaña Clean Cities (Ciudades limpias) se han ido ampliando el número de ciudades europeas que cuentan con una Zona de Bajas Emisiones. Entre 2019 y 2022 el número de ZBE se ha incrementado en un 40%, pasando de 228 a 320. Y este incremento es solo el inicio pues se pretende que en 2025 haya más de quinientas Zonas de Bajas Emisiones activas en Europa
2Futuras líneas de desarrollo
La entrada en vigor de leyes climáticas en países como Francia, España y Polonia, que obligan a reducir la contaminación de los núcleos urbanos, será la culpable de que estas zonas se multipliquen. En España se ha acordado que todos los nucleos urbanos con más de 50.000 habitantes tienen que habilitar una ZBE que impida la entrada a los coches más contaminantes. Primero a los vehículos de etiqueta A (los que no tienen pegatina), pero en el futuro a todos aquellos que no sean de etiqueta ECO ni 0.
Las ciudades de Madrid y Barcelona son un modelo a imitar con estas restricciones, donde empezaron siendo muy permisivos con las etiquetas B y C, pero a partir de los próximos años ya empiezan a entreverse limitaciones para los vehículos más antiguos de estas categorías. Una progresión que seguramente copiarán el resto de ciudades españolas que se sumen a este protocolo. A falta de una ley estatal son los propios ayuntamientos los que deciden qué vehículos pueden acceder a sus ZBEy cuáles no.