Cuando pensamos en reducir nuestra huella de carbono, la mente suele ir directamente a los vehículos eléctricos, híbridos o de gas licuado de petróleo (GLP). Sin embargo, hay una solución sorprendentemente eficaz que a menudo pasamos por alto: el coche compartido. Un simple acto de compartir el trayecto con otras personas puede tener un impacto tan significativo en las emisiones de CO2 que deja en jaque a muchas de las alternativas tecnológicas que hoy dominan las discusiones sobre sostenibilidad.
1La simplicidad de la conducta humana: Compartir coche
En 2023, la plataforma de viajes compartidos BlaBlaCar logró reducir 2 millones de toneladas de dióxido de carbono a nivel mundial. Para ponerlo en perspectiva, esto equivale a las emisiones anuales de casi 400.000 coches particulares. Este logro, alcanzado en 21 países, no fue fruto de una nueva tecnología o una revolución en la fabricación de vehículos, sino simplemente de optimizar el uso de los asientos vacíos que ya circulan por nuestras carreteras.
El Informe Anual ESG de BlaBlaCar proporciona una radiografía detallada del impacto medioambiental y económico del coche compartido. En un escenario hipotético en el que esta plataforma no existe, las emisiones globales de CO2 habrían sido de 6,35 millones de toneladas. En lugar de ello, el uso compartido de vehículos permitió reducir esa cifra a 4,34 millones de toneladas. Este ahorro es un recordatorio de que las soluciones para combatir el cambio climático no siempre dependen de desarrollos complejos, sino de optimizar lo que ya tenemos a nuestra disposición.