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Ni coche híbrido, ni eléctrico, ni de GLP… Así se ahorran 2 millones de toneladas de CO2

Cuando pensamos en reducir nuestra huella de carbono, la mente suele ir directamente a los vehículos eléctricos, híbridos o de gas licuado de petróleo (GLP). Sin embargo, hay una solución sorprendentemente eficaz que a menudo pasamos por alto: el coche compartido. Un simple acto de compartir el trayecto con otras personas puede tener un impacto tan significativo en las emisiones de CO2 que deja en jaque a muchas de las alternativas tecnológicas que hoy dominan las discusiones sobre sostenibilidad.

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El coche compartido: un recurso clave para una movilidad sostenible

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El auge del coche compartido no solo ha llamado la atención de los usuarios, sino también de los legisladores. En varias comunidades autónomas de España, como Andalucía y el País Vasco, el impacto positivo del carpooling ya ha sido reconocido a nivel legislativo. De hecho, un 84% de los encuestados por BlaBlaCar creen que el coche compartido debería contar con una regulación que fomente su uso.

Además, BlaBlaCar ha sido recientemente incluido en el sistema de Certificados de Ahorro Energético (CAE) de la Unión Europea. Este sistema, adoptado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, ofrece incentivos económicos a aquellos usuarios de la plataforma que cumplen ciertos requisitos. Este reconocimiento oficial subraya el potencial del coche compartido para formar parte de una estrategia integral de reducción de emisiones y ahorro energético.

El sistema de transporte está viviendo una transformación silenciosa. Aunque los coches eléctricos y otras innovaciones tecnológicas continúan ocupando los titulares, el coche compartido está demostrando que hay soluciones más inmediatas y accesibles que pueden marcar una diferencia tangible, tanto para las personas como para el planeta.