El agua, omnipresente en nuestro planeta y esencial para la vida, podría parecer una solución mágica para alimentar el motor de vehículos. Sin embargo, la realidad es que el agua no es un combustible, al menos no en el sentido energético que conocemos. Mientras que los combustibles como la gasolina liberan energía química al quemarse, el agua no tiene esa capacidad porque es el producto final de una combustión: ya está en su estado más estable. Para convertirla en una fuente de energía, es necesario un proceso que consuma más energía de la que puede generar.
La electrólisis es uno de esos procesos. Este método separa el agua en hidrógeno y oxígeno, aprovechando el hidrógeno como combustible en vehículos con pilas de combustible. Sin embargo, este procedimiento es caro y poco eficiente, lo que limita su adopción masiva.
1El motor de agua de Arturo Estévez Varela: Entre la genialidad y la controversia
En la década de 1970, el extremeño Arturo Estévez Varela presentó un invento que revolucionó titulares: un motor que, supuestamente, funcionaba con agua. Varela recorrió España mostrando su prototipo, un motor de combustión modificado que, según sus afirmaciones, utilizaba agua como insumo principal. Sin embargo, no todo era lo que parecía.
El secreto de su motor reside en un elemento químico adicional que descomponía el agua para obtener hidrógeno. Según análisis posteriores, probablemente se trataba de ferrosilicio o boro. Estos materiales reaccionan con el agua para liberar hidrógeno, pero a un costo exorbitante. Para recorrer 100 kilómetros, el coche necesitaba unos tres kilogramos de boro, cuyo precio, incluso en la actualidad, supera los 200 euros por kilogramo. Esto hacía inviable la comercialización del motor, pese a su demostración funcional.