El agua, omnipresente en nuestro planeta y esencial para la vida, podría parecer una solución mágica para alimentar el motor de vehículos. Sin embargo, la realidad es que el agua no es un combustible, al menos no en el sentido energético que conocemos. Mientras que los combustibles como la gasolina liberan energía química al quemarse, el agua no tiene esa capacidad porque es el producto final de una combustión: ya está en su estado más estable. Para convertirla en una fuente de energía, es necesario un proceso que consuma más energía de la que puede generar.
La electrólisis es uno de esos procesos. Este método separa el agua en hidrógeno y oxígeno, aprovechando el hidrógeno como combustible en vehículos con pilas de combustible. Sin embargo, este procedimiento es caro y poco eficiente, lo que limita su adopción masiva.
2Teorías, conspiraciones y el olvido
El motor de Estévez no logró comercializarse, pero su historia no terminó ahí. Algunos sostienen que las grandes petroleras y el lobby energético boicotearon el proyecto, comprando patentes o presionando para detener su desarrollo. Aunque no hay pruebas concluyentes, estas teorías refuerzan el halo de misterio que rodea al inventor.
A pesar del potencial publicitado, la viabilidad técnica y económica del motor quedó en entredicho. En sus últimos años, Estévez fue acusado de estafa por su socio comercial, lo que manchó aún más su legado. Sin embargo, para muchos, su invento simboliza la búsqueda incansable de alternativas energéticas.