Para muchos conductores el mantenimiento de un coche eléctrico es uno de los principales inconvenientes a la hora de decidirse por la compra de uno de estos modelos. Esto junto al elevado coste de adquisición y las deficiencias en infraestructuras para las recargas, conforman los argumentos de los principales detractores del coche eléctrico.
Y si bien la mecánica que ofrece este tipo de motorizaciones es distinta de la instalada en los tradicionales motores de combustión, lo cierto es que, lógicamente, requieren de un mantenimiento para facilitar la durabilidad del vehículo y rentabilizar la inversión al máximo.
3Lo que desaparece en la revisión de un coche eléctrico
Así pues, la revisión del aceite de motor, de embragues, de catalizadores, de sistemas de escape, la turbo alimentación, los filtros de combustible, su deposito y la bomba correspondiente, inyectores, bujías, calentadores diésel, la correa de distribución, son revisiones que desaparecen del coche, por no mencionar también la frenada regenerativa que alarga la vida del sistema de frenado.
Del mismo modo, se pueden retrasar un poco más las revisiones: mientras en un vehículo tradicional se recomienda hacerla de manera anual o cada 20.000 kilómetros, en uno eléctrico se puede hacer cada dos años o 30.000 kilómetros.
A la hora de pasar esas revisiones, en los coches eléctricos se presta especial atención a componentes específicos, como el motor eléctrico, las conexiones y, sobre todo, la batería, como veremos más adelante.