Todos los coches que cuentan con motores de combustión interna generan emisiones, y todas estas emisiones se expulsan a la atmósfera a través de uno o varios tubos de escape. Normalmente, estas emisiones no son visibles, o son visibles en forma de un inocuo vapor de agua, que se crea por condensación. Pero conviene recalcar ese «normalmente», porque las emisiones de un vehículo también pueden ser visibles: del escape puede emanar humo negro, blanco o, incluso, azul.
Antes de nada, no te alarmes a lo tonto porque es normal que los coches expulsen por el escape un humo ligero, de color blanquecino, en el momento de arrancar el motor. Dicho esto, ya podemos pasar a los humos que sí deberían preocuparte, o al menos, que debes entender para hacer un diagnóstico claro de la salud de cualquier motor. Presta mucha atención y no te pongas de «malos humos» con lo que vas a leer.
4¿Y si el humo es negro o grisáceo?
Si tu coche es diésel y no tiene filtro de partículas, que el escape humee al acelerar con fuerza no es señal de fallo alguno en el motor. Ahora bien, como comprenderás no es normal que al acelerar a fondo veas en tu retrovisor una gran nube de humo negro. Pueden ser problemas en el caudalímetro, fallos en el sistema de inyección, o una excesiva acumulación de hollín en el interior del motor, pero, en resumen, es evidente que la mezcla de aire y combustible no será óptima.