Mientras en Europa los esfuerzos legislativos se han centrado en impulsar la producción de coches eléctricos y reducir las emisiones de los motores de combustión interna, Brasil está explorando una dirección completamente distinta. El país sudamericano está considerando una medida única en el mundo: obligar a los fabricantes de automóviles a desarrollar y comercializar vehículos anfibios. Esta propuesta, que ha sorprendido a muchos dentro y fuera del país, tiene como objetivo ofrecer una solución práctica a las frecuentes inundaciones que afectan a diversas regiones del país.
El proyecto de ley 1824/24, presentado por el diputado Clodoaldo Magalhães, propone que los fabricantes de automóviles construyan vehículos que puedan operar tanto en tierra como en agua, siguiendo estrictos requisitos técnicos y de seguridad establecidos por el gobierno. Según Magalhães, los coches anfibios podrían ser una herramienta crucial en la protección de vidas y bienes en zonas propensas a inundaciones. “La oferta de coches anfibios contribuirá a la protección de la vida y los bienes de los ciudadanos, posibilitando respuestas más ágiles y eficaces en situaciones de emergencia”, afirmó el diputado al presentar su propuesta.
¿Cuáles serían las ventajas de los coches anfibios en Brasil?
Brasil, un país con vastos territorios atravesados por ríos y regiones que experimentan fuertes lluvias, se enfrenta regularmente a situaciones de inundaciones que ponen en riesgo a millones de personas. Para Magalhães y sus defensores, los coches anfibios podrían permitir evacuaciones rápidas y ayudar en operaciones de rescate en áreas donde las carreteras se vuelven intransitables. Esta visión sugiere un enfoque novedoso y ambicioso en cuanto a cómo los vehículos pueden adaptarse a las necesidades específicas de un entorno geográfico determinado.
Sin embargo, la propuesta tiene detractores que ven demasiados obstáculos técnicos y financieros para que esta idea se haga realidad. Antes de convertirse en ley, el proyecto debe pasar por varias comisiones en el Congreso, incluidas la de Integración Nacional, Desarrollo Regional, y la de Constitución y Justicia. Además, cualquier proyecto de ley de esta envergadura tendría que ser aprobado tanto por la Cámara de Diputados como por el Senado, lo cual no es una tarea sencilla. Incluso si se superan estos obstáculos políticos, muchos se preguntan si las marcas estarán dispuestas a invertir en el desarrollo de un vehículo tan especializado para un mercado tan limitado.
Los antecedentes de los coches anfibios a lo largo de la historia
La historia de los coches anfibios no es precisamente alentadora. A lo largo de las décadas, ha habido varios intentos de comercializar vehículos que puedan funcionar en tierra y en agua, pero ninguno ha logrado éxito masivo. El ejemplo más conocido es el Amphicar, un descapotable alemán de los años 60, del cual se produjeron menos de 4.000 unidades, la mayoría destinadas al mercado estadounidense. Décadas más tarde, el fabricante Gibbs lanzó el Aquada, un vehículo anfibio que tampoco tuvo éxito comercial.
No obstante, la empresa mencionada encontró algo de fama con el Quadski, un todoterreno anfibio que apareció en el popular programa Top Gear, cuando Jeremy Clarkson lo utilizó para cruzar el lago Como en Italia, superando a su compañero Richard Hammond, que lo rodeó en un Alfa Romeo. La realidad es que desarrollar la creación y el uso de vehículos anfibios a gran escala presenta retos tanto de ingeniería como de costos. Además, estos vehículos especializados tendrían que cumplir con las normativas de seguridad vial y marítima, lo que añadiría otra capa de complejidad.
