La tecnología diésel, que durante años ha sido demonizada por sus efectos contaminantes, parece estar experimentando un inesperado resurgir. A pesar de los planes iniciales para su eliminación en un futuro cercano, varios países de la Unión Europea, incluyendo España, están reconsiderando su postura. El fin de la fabricación y comercialización de coches diésel estaba programado para 2035, con una prohibición total para 2040, pero ahora hay señales de que estas fechas podrían no cumplirse.
1La presión de la industria y los gobiernos
El fin de los coches diésel y gasolina en la Unión Europea ha sido una de las promesas más publicitadas en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, países como Alemania e Italia, que tienen una industria automotriz poderosa y profundamente arraigada, han comenzado a cuestionar la viabilidad de esta transición. La resistencia de Alemania, en particular, ha sido fuerte, argumentando que la imposición de 2035 como fecha límite es demasiado restrictiva y podría dañar seriamente su economía.
Italia se ha sumado a este enfoque, preocupada por el impacto en su industria automotriz. Este movimiento ha encontrado eco en España, donde el gobierno de Pedro Sánchez, aunque con menos estridencia, también ha comenzado a mostrar señales de una posible postergación de la prohibición de motores de combustión. Aunque el gobierno español no ha hecho grandes anuncios al respecto, la posibilidad de extender la vida útil de los vehículos diésel y de gasolina más allá de 2040 parece estar sobre la mesa.