Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y líder de Sumar, no duda en señalar la dirección hacia un futuro sostenible. Sin embargo, lo que parece ser una admirable cruzada ecologista está empañado por una contradicción que no pasa desapercibida: mientras promueve el uso de la bicicleta con propuestas ambiciosas como la instalación de parkings para este medio en edificios públicos, su ministerio dispone de nueve coches oficiales para el traslado de altos cargos. ¿Un caso más de “haz lo que digo, no lo que hago”?
1Pedales para todos, coches para algunos
El último gran proyecto de Díaz busca que los edificios públicos de España cuenten con infraestructuras específicas para el estacionamiento de bicicletas. La razón es aparentemente simple: fomentar un medio de transporte sostenible y eficiente. “La falta de un espacio habilitado para el correcto aparcamiento de vehículos ecológicamente responsables supone un importante impedimento para su uso”, argumenta su propuesta.
En el papel, la idea suena convincente. Sin embargo, la práctica diaria en el propio Ministerio de Trabajo la desmiente. Según la Memoria Anual del Parque Móvil del Estado, este ministerio dispone de hasta nueve coches oficiales para el uso exclusivo de altos cargos, incluida la propia Díaz. ¿El resultado? Un mensaje que se desdibuja por completo ante los ojos de quienes lo reciben.
La falta de coherencia entre el discurso y la acción no es nueva en la política, pero en un tema tan sensible como el medio ambiente, la contradicción resulta especialmente dañina. En lugar de inspirar con el ejemplo, la ministra parece estar reforzando una vieja máxima: los cambios son para otros, no para mí.