Se dice pronto, pero como quien no quiere la cosa, el incremento de los precios de los coches usados en España, supera en más de cinco puntos al de los nuevos. Una subida que unida a la que ya tuvimos en 2022, supone un aumento del 18,2 por ciento en los dos últimos años. Esta circunstancia va unida al añadido de ser uno de los parques automovilísticos más viejos de Europa, con una edad media que está por encima de los 14 años.
De hecho, los turismos están en una media de 14,2 años de antigüedad, mientras que los comerciales o furgonetas están en los 14,4 y los vehículos industriales en 14,9 años, una lamentable realidad, si tenemos en cuenta que de los casi dos millones de turismos de segunda mano vendidos en nuestro país el pasado año, la media del total se situó en los 11,6 años de antigüedad y casi el 50 por ciento fueron coches que sobrepasaban con creces los 15 años. De la misma forma que el kilometraje medio de la totalidad de éstos se situó en los 174.000 kilómetros y las motorizaciones fueron un 55,3 por ciento diesel y 37,2 por ciento gasolina, según Ganvam y Faconauto.
1 de cada 4 coches tiene más de 20 años
Unos datos a los que tenemos que agregar que, en la actualidad, uno de cada cuatro coches que circulan por nuestras carreteras y calles tiene más de 20 años y que casi uno de cada cuatro tiene prohibida la circulación por el centro de las ciudades con más de 50.000 habitantes. Por eso, nos guste o no, estamos ante un problemático futuro en el que no sólo envejece el parque automovilístico año tras año, sino que además se hace imposible que los grandilocuentes objetivos del Gobierno y de alguna que otra marca con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que fija para 2030 un parque de vehículos eléctricos de cinco millones. Sirva como ejemplo que el actual parque cuenta con 29 millones de vehículos y solo 180.000 son eléctricos puros. Una cuestión de lo más lógica, a la vista de las actuales dificultades económicas de un ciudadano medio y los altos precios de las nuevas tecnologías.
Sumen a esto la desconfianza de muchos usuarios hacia la electromovilidad y la continua retahíla de la escasez de puntos de recarga y tendremos como resultado la decisión de alargar el tiempo del coche viejo, por muy obsoleto, contaminante e inseguro que sea. De ahí que sean de lo más razonable los planteamientos de la asociación de fabricantes (Anfac), sobre sustituir un enrevesado y poco práctico Plan Move, por unas ayudas directas que animen a la compra de vehículos electrificados y aumenten las infraestructuras de recarga.
Otra de las soluciones propuestas por el sector, es crear nuevos incentivos que no solo animen las ventas de los coches electrificados, sino que también se amplíen al cambio de los coches más viejos y contaminantes por otros utilitarios de última generación, independientemente de su tecnología. Soñar es gratis.