Coger un vehículo de transporte con conductor (VTC) es una experiencia cada vez más incierta. Lo que debería ser un simple trayecto se ha transformado para algunos en una ‘actividad de riesgo’, especialmente en grandes ciudades. La falta de formación de muchos conductores, la fe ciega en los navegadores y la creciente siniestralidad han encendido las alarmas, tanto entre consumidores como entre taxistas.
Y es que las estadísticas no mienten: los accidentes de VTC superan en proporción a los de los taxis tradicionales, evidenciando un problema que necesita de solución urgente.
2Las escaleras de la muerte
En el corazón de Madrid, las escaleras de Chueca se han ganado un apodo siniestro: ‘las escaleras de la muerte’. El lugar se ha convertido en un punto negro para los VTC. Con más frecuencia de la deseada, los coches terminan atascados en sus peldaños. ¿El motivo? La confianza excesiva en los navegadores GPS, que no diferencian entre una calle transitable y una zona peatonal con escaleras.
Los vecinos de la zona ya han perdido la cuenta de la cantidad de coches atrapados en estas escaleras, y la mayoría de ellos son VTC. Aunque también algún taxi ha terminado ahí, la proporción es mucho menor, lo que revela una diferencia importante en la forma de conducir. Incidentes que no solo retrasan a los pasajeros, sino que también generan escenas surrealistas que los vecinos no tardan en grabar y compartir en redes sociales.