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Conducimos el Grandland X. Desde 23.100 euros

En los últimos 10 años, de 2007 a 2017, los SUV y crossovers han aumentado su cuota en el mercado del 7 al 20 por ciento entre todos los vehículos nuevos vendidos en Europa. Por eso no es de extrañar que marcas como Opel estén basando su crecimiento y parte de su nueva estrategia en este tipo de vehículos tan versátiles y prácticos. El Grandland X es el tercer modelo Opel X después del Mokka X y del Crossland X. Y para describir al recién llegado no hay que complicarse mucho, es un gran todocamino que toma prestada la base y gran parte de la tecnología del Peugeot 3008, aunque con un diseño bien diferenciado en línea con los últimos modelos lanzados por Opel. Pero mientras Mokka X y Crossland X salen de la fábrica de Opel en Zaragoza, el Grandland X compartirá cadena de producción con el 3008 en la fábrica de Peugeot en Sochaux. Una estrategia de sinergías que ya está dando sus frutos.

El Grandland X mide 4,48 metros de largo, tres centímetros más que el 3008, que dan lugar sin embargo a una habitabilidad similar en ambos que hay que calificar de muy buena y a un maletero muy similar (6 litros menos de volumen en el Opel). En este caso, 514 litros resultado de sumar incluso el espacio de la rueda de repuesto que es opcional (100 euros), y que son suficientes para mucho más equipaje del que imaginamos. Las plazas traseras admiten a tres adultos sin pegas con la ventaja añadida de que el piso carece del típico túnel central voluminoso que siempre dificulta el acomodo de un quinto ocupante.

El Grandland X comparte casi todo con el Peugeot 3008, casi todo menos el diseño exterior y la presentación interior. Dentro, el Opel es más conservador que el modelo francés lo que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado es elegante y ordenado pero no tan original y sofisticado como el del 3008. Sin embargo el tiempo de acomodo hasta conseguir la posición ideal al volante en el modelo alemán es mínimo respecto a un i-cockpit al que, a nivel personal, nunca me he terminado de acostumbrar. Eso sí, la línea de cintura ascendente del Grandland X, reduce el tamaño de las ventanillas, sobre todo las traseras, y esto producirá a veces una sensación de claustrofobia a los pasajeros que viajen pegados a esas ventanillas.

Por ahora, con dos motores

El Grandland X se vende ya con una limitada gama de dos motores, ambos de origen PSA, que se irá ampliando a lo largo del año que viene. El de gasolina es el Puretech de tres cilindros y 1,2 litros con turbo que rinde una potencia de 130 caballos. Y el diésel, el 1.6 BlueHDi de 120 caballos, denominado CDTi en el Grandland X. En principio solo el diésel podrá ir asociado a los dos tipos de cambio, manual y automático de seis velocidades (1.323 euros) , porque el de gasolina será de momento solo manual y más adelante llegará la versión automática. Como también se verán más adelante motores más potentes en gasolina y también el diésel HDi de 180 caballos asociado al cambio automático de 8 marchas que llegará al Grandland X a mediados de 2018.

Los dos motores mueven bien al nuevo todocamino de Opel. Incluso el de tres cilindros de 130 caballos, un prodigio en cuanto a ausencia de ruido o vibraciones, consigue que el Grandland X acelere de 0 a 100 km/h en 11,1 segundos (10,9 con cambio automático) y siete décimas menos que la versión turbo diésel. Este último pudimos probarlo durante la presentación con el cambio automático, un sistema que aporta suavidad y una conducción menos estresante compatible con un importante grado de protagonismo del conductor, aunque esto no hay que agradecérselo a unas levas de cambio en el volante que no se ofrecen ni en opción, sí en cambio a un carril específico del cambio con modo secuencial. La diferencia de consumo entre el Grandland X de gasolina y el diésel es de 1,1 litros mas cada cien kilómetros para el motor 1.2 Turbo (4,0 frente a 5,1 l/100 km con neumáticos de baja resistencia a la rodadura), por lo que si tenemos en cuenta los 1.700 euros más que cuesta el Crossland X 1.6 Diésel, habría que hacer con él más de 125.000 kilómetros para amortizar la diferencia.

Tendrá IntelliGrip y 5 modos de conducción

Opel ha recurrido a la plataforma del 3008 incluyendo lógicamente los esquemas de suspensión. Sin embargo los ingenieros de la marca alemana han puesto su granito de arena con unos reglajes específicos que apenas han mejorado el resultado final. El coche va exactamente igual que el 3008, es decir muy bien. Buen aplomo, reacciones nobles en situaciones comprometidas, facilidad de conducción, eficaz paso por curva, magnífica insonorización… Incluso también heredará el Gripcontrol de PSA que en el Opel recibe el nombre de IntelliGrip. Esa rueda con cinco modos de conducción (normal/carretera, nieve, barro, arena y ESP off) que asociada a unos neumáticos de invierno y a unas llantas específicas, permite salir de situaciones de baja adherencia con mucha mayor facilidad. El Pack «All road» con estas tres opciones cuesta 600 euros en el acabado Selective y 300 en el Excellence.

Estos son los dos niveles de acabado disponibles en el Grandland X y ya desde la versión Selective, disponible desde 25.100 euros sin incluir la oferta de lanzamiento, el todocamino alemán incluye en su equipamiento de serie: freno de estacionamiento eléctrico, asistente de salida en cuesta, llantas de aleación de 17 o 18 pulgadas, climatizador bizona, salidas de ventilación regulables en plazas traseras, ordenador de abordo, control de velocidad automático, alerta de cambio involuntario de carril, detector de señales de tráfico, Opel OnStar y pantalla de 7 pulgadas táctil con control por voz, Apple CarPlay y Android Auto. Pero algunas opciones son especialmente interesantes, como la cámara panorámica de visión trasera, el sistema manos libres de apertura del portón trasero, el volante y el parabrisas calefactables, así como los asientos delanteros y traseros, el asistente automático de aparcamiento, los faros adaptativos inteligentes AFL 3 Full LED con siete modos distintos de iluminación (1.000 euros) o un Pack de seguridad ampliado que incluye: alerta de fatiga, alerta de colisión frontal, sistema de frenado de emergencia o alerta de cambio de carril con corrección de trayectoria (500 euros).

Los precios del Grandland X comienzan en 23.100 euros teniendo en cuenta la campaña de lanzamiento, que no incluye financiación. Se trata de la versión con el propulsor 1.2 Turbo en acabado Selective y los 30.700 euros del 1.6 CDTi Excellence con cambio automático.