Es habitual que, llegadas a una edad, las llamadas «celebreties» se sometan a operaciones estéticas para contrarrestar el paso del tiempo. Las estrellas más afortunadas solo necesitan pequeños retoques para seguir radiantes y eso mismo sucede con ciertos coches. Es el caso del Mazda CX-5, cuya segunda generación llegó al mercado a mediados de 2017 y, prácticamente cinco años después, sigue en plena forma, tanto que solo ha necesitado una ligera actualización para mantenerse al día frente a la vorágine de rivales a los que se enfrenta.
La mayoría de los cambios que ha llevado a cabo la marca japonesa en este todocamino tienen que ver con la parte estética, aunque las líneas maestras del coche son idénticas a las del modelo lanzado en 2017. Entre las modificaciones destacan los nuevos faros delanteros LED y pilotos traseros con la misma tecnología, así como los paragolpes rediseñados, la ampliación de la paleta de colores exteriores con el novedoso Zircon Sand Metallic y el nuevo catálogo de llantas de aleación, que a partir de ahora pasan a ser de 19 pulgadas en todas las terminaciones.
Más donde elegir
Al mismo tiempo, la gama se ha restructurado para estrenar tres versiones especiales que se suman a los acabados ya disponibles (Origin, Evolution y Zenith). Se trata de las variantes Homura, de corte deportivo, Newground, inspirada en el mundo todoterreno, y Signature, que añade una dosis extra de toque premium al conjunto. Todas ellas se distinguen por su diseño y equipamiento específico, con un toque de color rojo en la parrilla y pespuntes del mismo color en el caso del Homura, un acento en lima para la parrilla, suelo del maletero reversible con material impermeable, protecciones en la parte baja de los paragolpes y detalles interiores en el mismo tono lima, mientras que el Signature es la alternativa más lujosa del CX-5 y, además del cuero nappa y las molduras de madera del interior, se diferencia por los pasos de rueda pintados en el color de la carrocería.
Más allá de lo estético, Mazda asegura que ha llevado a cabo algunos cambios en la puesta a punto para incrementar el confort de marcha a través de una suspensión con muelles y amortiguadores nuevos, además de ajustes en la electrónica y más rigidez para la plataforma Skyactiv-Vehicle Architecture. Al volante es difícil percibirlos porque el CX-5 ya ofrecía un refinamiento elevado y sigue al mismo nivel; está igual de bien insonorizado, la suspensión, que es más bien dura, sujeta bien la carrocería y consigue que el coche se sienta aplomado en curva, pero también trabaja bien a la hora de digerir baches y no transmitirlos al habitáculo.
Además, la dirección transmite mucha información y tiene un tacto muy agradable, más de lo habitual en un vehículo de esta categoría, por no hablar del cambio manual, sencillamente uno de los mejores del mercado, no así el automático de convertidor de par, que, pese a ser agradable y suave, no es el más rápido de su clase.
Único en su especie
Por su parte, la gama de motores permanece sin cambios. Es curioso que Mazda no haya optado por electrificar alguna de las mecánicas para introducir la etiqueta ECO en la gama CX-5, pero ya sabemos que la firma nipona suele nadar a contracorriente y lo cierto es que la fórmula funciona. Tanto es así que el CX-5 se sigue ofreciendo con dos motores de gasolina atmosféricos que huyen del downsizing, el 2.0 Skyactiv-G de 165 CV y el 2.5 Skyactiv-G de 194 CV, así como con dos turbodiésel Skyactiv-D de 2.2 litros que desarrollan 150 y 184 CV.
Solo los más potentes pueden asociarse a un sistema de tracción total, siempre en combinación con el cambio automático y el gasolina 2.5 de tracción total cuenta con un modo de conducción Off-Road del que no disfrutan el resto de versiones, aunque hubiera estado bien que también lo tuviese el diésel 4×4, al fin y al cabo, si está disponible en su hermano de gasolina, es difícil de justificar que no lo tenga el diésel. En marcha, los gasolina siguen siendo refinados y muy agradables por su entrega de potencia lineal, mientras que los diésel resultan más rumorosos de la cuenta al arrancar y circular a baja velocidad, puesto que en carretera o autovía el aislamiento de la cabina disimula mucho su sonido.
Desde 30.900 euros
En cuanto a los precios, el renovado CX-5 ya está disponible desde 30.900 euros (28.400 euros si añadimos los descuentos actuales) con el motor gasolina de 165 CV, el cambio manual y el acabado Origin, que es el básico del catálogo, pero está muy bien dotado de serie, incluyendo, entre otras cosas, pantalla central de 10,25″ con Apple CarPlay y Android Auto, cámara de visión trasera, faros LED o llantas de aleación de 19″, la misma medida del resto de versiones.