Desde la aparición en 2003 del primer Mazda3, la firma de Hiroshima ha vendido más de seis millones de unidades de su modelo compacto, de los que un millón corresponden a Europa. Y ahora llega a España una tercera generación que inaugura una nueva familia de vehículos Mazda y que, además, será el primer coche de la marca en adoptar un motor que se anuncia como revolucionario: el Skyactiv-X, cuyo funcionamiento a caballo entre diésel y gasolina permite asociar los valores de consumo de los primeros a las prestaciones de los segundos. Se trata de un cuatro cilindros de dos litros y rendirá unos 180 CV, pero no se pondrá a la venta hasta el tercer trimestre de este año, y ligado exclusivamente a la carrocería de cinco puertas. Curiosamente, será el único motor en el que el cliente podrá elegir entre la tracción delantera y la tracción total i-Activ.
Como sus antecesores, el Mazda3 estará disponible con dos tipos de carrocería: cinco puertas, que mide 4,46 metros de largo y tiene un maletero de 358 litros, y sedán, cuyas entregas se inician en el segundo trimestre y que gracias a los 20 centímetros extra de longitud ofrece un maletero de 450 litros. En cualquier caso, ni uno ni otro se convierten en referencia de su clase a la hora de transportar equipaje, pues la mayoría de sus rivales ofrecen mayor capacidad. Y ocurre algo parecido con las plazas traseras, bien por anchura (le hemos medido 131 centímetros), correcto por altura al techo (88,5 centímetros, suficiente salvo que midamos más de 1,90) y mal por hueco para las piernas, pues con un conductor de 1,75 de estatura al volante detrás hay sólo 67,5 centímetros de distancia entre respaldos, cota digna de un utilitario tipo Renault Clio o Seat Ibiza. Además, el túnel central es voluminoso, no hay salidas de aireación y, en el caso del cinco puertas, las ventanillas posteriores son de pequeño tamaño (a los niños les costará un poco ver el exterior), de modo que podríamos estar, sin duda, ante el apartado más criticable del coche.
Magnífica calidad general
Y es que si seguimos analizando el interior, la calificación va subiendo rápidamente, pues la calidad general es magnífica por materiales y terminación, y aquí sí se ve la intención de Mazda de plantar cara a modelos del segmento premium. Además, los asientos delanteros son muy cómodos, hay buena visibilidad en todas direcciones y el puesto de conducción parece estudiado con mimo desde el punto de vista ergonómico, a lo que contribuye un volante que ahora tiene más recorrido de ajuste. El salpicadero presenta un diseño minimalista, lo que puede dejar un poco fríos a algunos… porque parece que hay pocas cosas. Pero la firma japonesa da prioridad a la facilidad de conducción y al manejo intuitivo, pues eso también es seguridad, y todo lo importante está y queda muy a mano. La instrumentación, bastante completa, es analógica pero cuenta con una pantalla interior configurable de 7 pulgadas, y la consola central se corona en su zona superior con una pantalla a color de 8,8 pulgadas con un formato muy alargado y que no es táctil, pues la casa nipona opina que esa solución tan de moda resta más atención de lo debido, de manera que la pantalla del Mazda3 se controla desde un mando multifunción con rueda y botones, de tacto exquisito, situado junto al selector del cambio, que ahora va más arriba que antes para optimizar el confort. A esos mandos hay que sumar los correspondientes a la climatización, de tipo tradicional y que están muy a mano, y toda la gama incluirá de serie el sistema Head-up Display, que proyecta informaciones a color en el parabrisas.
Hasta que llegue el Skyactiv-X, dotado de una revolucionaria unidad de combustión con encendido por compresión controlado por chispa, la gama del Mazda3 ofrecerá dos motores. El que más se venderá es el nuevo Skyactiv-G, un dos litros atmosférico (sin turbo) que rinde 122 CV y 21,7 mkg, y pone en juego una tecnología muy avanzada: entre otras primicias, reduce la fricción mecánica, adopta el sistema M Hybrid de Mazda (consistente en una batería de iones de litio de 24 voltios más un transformador de corriente) y tiene desactivación de cilindros para funcionar en ocasiones con dos de sus cuatro cilindros y ahorrar combustible. Si se asocia a la caja manual de seis marchas, la media homologada WLTP es de 6,0 l/100 km y tiene unas emisiones de 136 g/km (6,4 litros y 145 gramos, respectivamente, si equipa el cambio automático de seis velocidades), y en todos los casos recibe la etiqueta ECO de la DGT, lo que reporta beneficios en el día a día, especialmente en grandes ciudades.
Cambio manual excelente
Durante nuestra toma de contacto en Portugal tuvimos ocasión de conducir las dos variantes, y nos gustó especialmente la de cambio manual, pues el manejo del selector es prácticamente perfecto, con recorridos cortos, precisos, rápidos y muy suaves. La transmisión automática, que supone un extra de 1.800 euros, nos parece buena idea para usos con mucha ciudad o conducción frecuente en zonas de tráfico denso, pero también afrontamos un tramo de montaña y el rendimiento es correcto. Debería pasar de una marcha a otra con más rapidez, pero sí lo hace con suavidad y disponemos de levas en el volante.
La segunda mecánica disponible en la gama inicial es el 1.8 Skyactiv-D de 116 CV y 27,6 mkg, un moderno diésel que ya conocíamos porque debutó hace unos meses en el renovado CX-3, y que no necesita aditivo AdBlue para reducir radicalmente los óxidos de nitrógeno. En este caso, el consumo homologado (de acuerdo también a la nueva norma WLTP) es de 4,8 l/100 km, y las emisiones de CO2 son de 130 g/km. Bajo el capó del Mazda3 su rendimiento nos convenció también, pues incluso en tramos muy congestionados (el tráfico en la capital portuguesa a ciertas horas es caótico) la media real se mantiene en valores moderados. Además, las prestaciones son correctas (de 0 a 100 km/h en 10,3 segundos, lo que supone mejorar por algunas décimas los registros de las versiones de gasolina) y el funcionamiento es realmente agradable, pues desde 1.500 vueltas ya empuja bien y podemos estirar hasta 5.500 rpm (sí, has leído bien), aunque a 4.000 rpm ya disfrutamos de la potencia máxima y no hace falta ir más allá de ese régimen para moverse a un buen ritmo.
Pero el agrado general del nuevo Mazda3 no se limita a una gran calidad general o a unos motores placenteros, por más que no sean potentísimos. El agrado se consigue también con una estupenda forma de pisar la carretera y en un compromiso idóneo entre comodidad y eficacia. Al coche no se le nota duro o incómodo cuando pasas sobre un bache o un suelo empedrado, pero al afrontar zonas de curvas apenas hay balanceo y el Mazda3 se apoya en las curvas de forma sana y eficaz, sin movimientos parásitos. Además, podemos forzar la marcha y la trayectoria sigue siendo precisa, sin tendencia perceptible a tirar de morro o a insinuar la zaga si levantamos el pie del acelerador en pleno viraje. Facilidad de conducción y comportamiento de primera gracias, además, a la presencia del G-Vectoring Control Plus, sistema que modula los frenos para optimizar la estabilidad y el agarre del vehículo. Y tanto la dirección como los frenos no llaman nuestra atención en ningún momento, lo cual es la mejor noticia, porque eso es sinónimo de que todo funciona como debe.
La firma nipona ha realizado también un gran esfuerzo en materia de seguridad. Si nos centramos en el apartado pasivo, destaca la presencia del nuevo airbag de rodilla para el conductor, el optimizado diseño de los cinturones, los asientos delanteros con diseño específico contra los traumatismos cervicales o el diseño del capó tendente a reducir las lesiones de los peatones en caso de atropello; aunque el despliegue quizás más sorprendente tenga que ver con los asistentes de conducción, pues en el capítulo de la seguridad activa destacan el detector de fatiga (una cámara detecta signos de cansancio o somnolencia en el conductor), el detector de tráfico delantero FCTA que mejora la seguridad en los cruces, el nuevo asistente CTS de tráfico y crucero que presta asistencia al manejo del acelerador, el pedal del freno y el volante, el asistente de velocidad inteligente ISA que evita sobrepasar los límites de velocidad de forma no intencionada, el nuevo monitor de visión 360 grados que ofrece una visión perimetral del entorno del coche o los faros Smart Full LED adaptativos (ahora con 20 elementos por óptica), entre otros elementos.
La gama del Mazda3 en nuestro país se articula en torno a tres niveles de equipamiento (Origin, Evolution y Zenith), a los que el usuario podrá añadir, como opciones, el Pack Safety o el Pack Black (que requiere ir unido al primero), así como la pintura metalizada, que cuesta 500 euros a excepción del color Machine Gray (650 euros) y el Soul Red Crystal (800 euros).