Se acabó la espera. El ID.3, el coche que Volkswagen quiere convertir en el mito eléctrico -lo mismo que fueron el Beetle y el Golf- ya está aquí. Han sido meses de espera, viéndolo en los salones, oyendo sus bondades, analizando sus características… pero sin poder probarlo.
Porque lo que debería haber sido el gran lanzamiento de Volkswagen de los últimos años, ha tenido que ir sorteando las dificultades a la que nos ha sometido el coronavirus para poder llegar, por fin, al mercado. Y nosotros hemos ido también sorteando los mismos avatares hasta que lo hemos podido conducir. Pero eso ya está hecho. Ha llegado la hora del ID.3.
Un modelo que, hay que recordar, es el abanderado de la estrategia de electrificación de la marca. Un ambicioso programa que no solo quiere poner eléctricos en el mercado -en 2025 Volkswagen tendrá 20 eléctricos en el mercado con una previsión de ventas anuales de 1,5 millones de unidades-, sino que estos cumplan unos objetivos igual de ambiciosos: que sean 0 emisiones en todo su ciclo de vida, desde la producción, al uso o el reciclaje. Esta estrategia se llama 'Way to Zero' y en ella, el ID.3 es el primer eslabón, pues se trata del primer coche CO2 neutral del mundo.
Primero con la plataforma MEB
El ID.3 es además, el primero de los coches construidos sobre la plataforma MEB, una base que compartirán más modelos en el grupo alemán -como el recién presentado ID.4– y que permite ofrecer características propias y muy interesantes. Por ejemplo, diferentes capacidades de batería, que permiten autonomías de hasta 549 kilómetros o la capacidad de carga rápida -hasta 125 kWh- para cargar hasta 350 kilómetros de autonomía en solo media hora.
Pero además, esta plataforma permite una construcción del coche para ofrecer máxima habitabilidad al tiempo que se garantiza un comportamiento dinámico a la altura de lo esperado en un Volkswagen. La plataforma modular permite poner las ruedas en las esquinas, ubicar las baterías bajo el suelo y el motor eléctrico en el eje trasero. Con eso se consigue un habitáculo con un gran espacio para ocupantes. Y también un bajo centro de gravedad que se nota y se agradece en marcha.
Para nuestra primera toma de contacto, la variante elegida es el Pro, con la batería de tamaño intermedio -58 kWh que dan para 420 kilómetros de autonomía- con el motor mas potente disponible, con 150 kW, el equivalente a 204 caballos.
Interior de filosofía minimalista
Nos acomodamos en su interior y lo primero que llama la atención es la sensación de amplitud que ofrece; es una sensación visual que se confirma al ir colocándonos en los diferentes asientos del interior. Y a esa sensación visual ayuda el que no tenga un salpicadero clásico, ni una consola central donde se agrupen palancas de cambio o mandos para manejar equipos de sonido, navegadores… A cambio vemos dos pantallas, una central de 10 pulgadas y una pequeña, con cinco pulgadas que hace las veces de cuadro de instrumentos. Y en el lugar de la consola central, huecos para dejar el móvil, etc. Todo muy funcional.
El minimalismo se impone y la filosofía parece que es eliminar todo lo superfluo. Y al principio cuesta un poco entenderlo. Para empezar, la palanca de cambio se sustituye por un pequeño mando giratorio adosado a la pantalla del cuadro de instrumentos que al quedar tras el volante, en función de la posición de este, no se ve. En la pantalla central está toda la información, pero hay que toquetear hasta que encontramos las funciones. Supongo que cuando pases unas pocas horas con el ID.3 todo será mucho más fácil e intuitivo.
Un asistente de voz intuitivo… pero con algunos inconvenientes
Aunque lo más intuitivo va a ser utilizar el control por voz del coche; y esa es uno de los puntos que nos remarcan los responsables de Volkswagen. Un asistente similar al Siri de Apple que con solo decir 'Hola ID' -ojo hay que pronunciar 'Hola aidi'- nos permitirá controlar todo, utilizando, además, mensajes cotidianos: 'tengo frío' para subir la temperatura, 'marca a Pedro' para llamar por teléfono o 'quiero ver las estrellas' si deseas abrir la cortinilla que tapa el techo solar.
Hemos probado este asistente y la verdad es que funciona… hasta que aparecen algunos inconvenientes. Por ejemplo, ante el mensaje 'tengo frío' ID nos contesta que la función no está disponible. Lo intentamos varias veces hasta que descubrimos que el sistema de climatización está apagado y hay que encenderlo de forma manual en la pantalla. Una vez hecho ID sí puede subir la temperatura. Tampoco nos obedece en un par de ocasiones cuando le pedimos que haga una llamada de teléfono. Cuando podamos probarlo más a fondo comprobaremos si es un mal funcionamiento de esta unidad en concreto o simplemente pura coincidencia.
Porque la realidad es que otros mensajes han funcionado a la perfección, simplificando mucho el trabajo del conductor, pues en ocasiones hasta que en una pantalla táctil llegas al menú concreto que buscas, las posibilidades de distracción se multiplican.
Vayamos a la conducción. Además de los objetivos relativos a su carácter 0 emisiones mencionados, el ID.3 tiene otro: trasladar a los eléctricos las sensaciones y experiencias de conducir un Volkswagen. En cierto modo han querido crear el 'Golf' de los eléctricos. Y eso se traduce en que debe ofrecer un comportamiento ágil, dinámico y con un punto deportivo; no solo eficiente. A eso ayuda, como ya se dijo, la ubicación de las baterías que bajan el centro de gravedad y su peso supone el lastre perfecto para que el coche se asiente sobre la carretera y pueda ofrecer sensaciones cercanas a los modelos clásicos.
Suave y refinado, pero con carácter
El recorrido nos lleva por autovías y carreteras de la sierra de Madrid. Un trazado divertido en el que podemos analizar las reacciones, el comportamiento y la respuesta del coche. En autovía, la suavidad está servida. El ID.3 se desliza en un rodar silencioso y refinado. Hemos seleccionado el modo Eco para buscar la máxima eficiencia -por cierto, el selector de modos, en la esquina inferior derecha de la pantalla central no nos parece la ubicación más cómoda y accesible- pero si activamos el Sport el coche inmediatamente parece querer 'dispararse'.
Salimos de este entorno y entramos en zona de carretera con curvas, buen asfalto, subidas y bajadas… Un tramo donde el ID.3 saca un punto divertido, con un excelente aplomo en marcha. La dirección es precisa y la amortiguación tiene el punto de dureza justo; es más firme de lo que sería en un coche de combustión de similares características, pero no es en absoluto incómoda. Durante el recorrido tenemos la oportunidad de hacer algún adelantmiento que realizamos con pasmosa facilidad. Es pisar con decisión el acelerador y el Volkswagen ID.3 se desata; en ECO es instantáneo, y en Sport parece entrar en 'modo ignición'.
Esta zona, por su orografía con continuas subidas y bajadas, curvas, etc, es ideal para aprovechar la capacidad de regeneración de la batería gracias a la frenada. El sistema -modo B- se selecciona en la rueda del cambio de marchas. Y en cuanto lo seleccionas el coche retiene de una manera evidente. Pero la ubicación del mando no es la más acertada para aprovechar al máximo esta función -unas levas como las utilizadas por el Lexus UX 300e que hemos probado hace unos días hacen mucho más intuitivo el uso de la regenaración y aumentarían la eficiencia- aunque es verdad que su capacidad de frenada es interesante.
El balance en cualquier caso es más que positivo. El ID.3 ofrece un excelente compromiso en marcha con una vivacidad y una respuesta inmediata -clásica de los eléctricos- que es uno de sus grandes atractivos.
Clavamos el consumo oficial
Y otro de los atractivos está en su eficiencia. Porque tras nuestro recorrido de más de 120 kilómetros hemos clavado el gasto medio homologado por la marca: 15,7 kWh. Hemos circulado a buen ritmo y en algún momento buscando un rendimiento deportivo que no será el uso habitual de un usuario tipo. De hecho, salimos con 367 kilómetros de autonomía marcados en el ordenador y tras los 123 kilómetros recorridos, nos quedan 248. El objetivo de los 420 km de autonomía no parece imposible.
¿Balance final? El ID.3 llega para tratar de marcar tendencia entre los eléctricos. Tiene argumentos para ello y seguro que va a estar en todas las quinielas de los posibles compradores. Porque, entre otras cosas, en el precio los 36.000 euros que cuesta -sin incluir descuentos ni las posibles ayudas de los planes de incentivos- no son una cifra en absoluto descabellada. Y para una transición más cómoda hacia la movilidad eléctrica, Volkswagen puede ofrecer también cargador e instalación para tu hogar.
Por tamaño, autonomía y rendimiento, se puede empezar a pensar en este ID.3 como un primer coche de la casa. Tal vez sea pronto para decir que este ID.3 va a ser el 'Golf' de los eléctricos; pero el primer paso está dado.
Ha llegado su hora.