comscore

Conducimos el Volkswagen ID.4. SUV eléctrico para toda la familia

Hace unos meses, en nuestra primera prueba dinámica con él, el ID.3 de Volkswagen proponía las líneas maestras de lo que iba a ser la movilidad eléctrica. Y ahora con el ID.4 da un paso más. Porque el ID.4 suma argumentos a la apuesta del Volkswagen ID.3, como una mayor versatilidad, un carácter más de vehículo familiar, para disfrutar de los viajes clásicos, y un nivel de prestaciones y un comportamiento dinámico muy notables.

No en vano, ambos modelos parten de la misma base, la plataforma electrificada MEB del Grupo Volkswagen. Y por tanto, sus rasgos técnicos son similares -dos baterías de 52 y 77 kWh, autonomías de hasta 522 kilómetros, potencias de 204 caballos hasta que llegue la versión GTX con dos motores y 300 caballos-, aunque sus cambios están sobre todo en la carrocería.

Porque este ID.4, con 4,58 metros de longitud y estilo de SUV se sitúa por tamaño entre el Tiguan y el Tiguan Allspace, pero ofrece la distancia entre ejes de un Tiguan Allspace, con lo que la habitabilidad del interior es sobresaliente; y el maletero también con una capacidad de 543 litros que da respuesta a las necesidades de toda una familia para un viaje de fin de semana o vacaciones.

Gran amplitud interior

Y es que aunque estemos hablando de un eléctrico y estemos hablando de las limitaciones de uso por nuestra aún excesivamente incipiente red de recarga pública, la realidad es que con los 522 kilómetros de autonomía que puede llegar a ofrecer, este ID.4 ya puede plantearse como una opción seria a coche para todo uso. Aunque, evidentemente, esa autonomía media no será fácil de conseguir en circunstancias de uso normal -o con la utilización convencional que haríamos en un modelo de combustión- y las lagunas en la red de recarga obligarán a planificar con precisión.

El ID.4 llama la atención, nada más acceder a su interior por su gran habitabilidad, por una segunda fila donde el espacio para las piernas es sobresaliente, aunque la posición de los pasajeros obliga a ir con las piernas un tanto elevadas debido a las baterias, colocadas debajo del coche. Todo el interior es muy funcional, minimalista, pero con un punto de calidad, sobre todo visualmente, que parece más elevado que en el Volkswagen ID.3. O al menos más elaborado. Las superficies y los acabados son más convencionales, menos de la era de la electrificación. Y eso positivo a simple vista.

Pero por el resto de elementos, nos encontramos en este Volkswagen ID.4 un familiar de alto nivel en el que lo único que cambia es el sistema de propulsión… y también la forma de interactuar con el coche, pues a la electrificación se suma también esa interacción muy digital que ya vimos en el ID.3. El salpicadero está limpio y despejado, con solo dos pantallas, una central de 10 pulgadas y una pequeña, con cinco pulgadas situada delante del conductor como cuadro de instrumentos. Y en el hueco de la consola central habitual vemos huecos para dejar cosas o un mueble central cuyos elementos se pueden modular en función de las necesidades de cada momento.

La voz para interactuar con el ID.4

Es otra filosofía a la que, por tanto, habrá que acostumbrarse. La palanca de cambios la encontramos justo al lado derecho de ese cuadro de instrumentos en forma de mando giratorio. Una ubicación un tanto crítica pues queda tras el volante y no se ve bien. Y en cuanto a la pantalla central necesita adaptación, pues agrupa todas las funciones, pero su acceso no es demasiado intuitivo; al menos en una toma de contacto de un par de horas. Se supone que si este es tu coche, sabrás dónde y cómo acceder de manera más directa a todo.

Lo que Volkswagen propone como más intuitivo para interactuar con el coche es utilizar el control por voz del coche. Basta decir 'Hola ID' -ojo hay que pronunciar 'Hola aidi'- para controlar todo y, con mensajes cotidianos: 'tengo frío' para encender el climatizador, 'marca a XXXXX' para llamar por teléfono… Pero el sistema tiene errores, posiblmente de juventud, tal como vimos en el ID.3. Porque si dices 'tengo frío' y el climatizador no está encendido, el ID.4 nos contesta que la función no está disponible. Si lo encendemos, de forma manual en la pantalla, ya sí sube la temperatura.

Un sistema que tras habituarte a él seguro que proporciona mucha funcionalidad, porque, por ejemplo hasta que en la pantalla táctil llegas a la función deseada hay que toquetear mucho, con el riesgo de distracción que eso conlleva. La parte de la funcionalidad de uso es muy 'eléctrica'; pero en la parte del dinamismo y la conducción lo que nos encontramos es ADN Volkswagen, aunque con este toque de los nuevos tiempos eléctricos.

El ID.4 brilla por un comportamiento ágil, dinámico y con un punto deportivo; aunque el conductor, como es habitual en un eléctrico, parezca estar en una competición permanente por rebajar el consumo. Pero en cuanto a comportamiento puro y duro, gracias a su aplomo, el bajo centro de gravedad y una excelente maniobralidad -al no tener motor delante el radio de giro es mucho mayor y la respuesta más directa- el Volkswagen ID.4 se asienta a la perfección sobre la carretera y es capaz de ofrecer sensaciones muy cercanas a los modelos clásicos.

Con tres modos de conducción -Eco, Normal y Sport- que se seleccionan en la esquina inferior izquierda de la pantalla central -en un lugar poco accesible- el ID.4 adapta el rendimiento al uso de cada momento. En los tres modos, aunque mucho más acusado en el Sport, los 204 caballos que ofrece el ID.4 que está a nuestra disposición se activan inmediatamente en cuanto pisamos el acelerador con decisión.

Máximo dinamismo

El modo Sport lo probamos sobre todo en zonas de curvas, con buen asfalto y las sensaciones son de gran dinamismo. Recupera en un santiamén, solventamos algún adelantamiento en un abrir y cerrar de ojos y el recorrido es pura diversión, gracias, también a esa dirección muy directa y precisa. Todo el recorrido envuelto en un ambiente de gran suavidad, sin ningún sonido, lo que hace el viaje muy placentero -como es habitual en los eléctricos- aunque echamos en falta algo de sonido que nos dé información sobre el rendimiento del motor. Porque con la respuesta inmediata y el poderío del ID.4 te puedes dar cuenta, de repente, de lo rápido que vas.

Tampoco están nada mal los frenos, aunque cuentan con ese clásico tacto eléctrico en el que hay que saber dosificar la frenada para no quedarte clavado. Pero a su favor, y con un mínimo periodo de adaptación, está el sistema de frenada regenerativa. Seleccionando el modo B en la misma rueda del cambio de marchas -una ubicación mejorable- el coche es capaz de retener de manera muy evidente -hasta una retención de 0,25 g- haciendo que se pueda conducir prácticamente sin pisar el freno y al mismo tiempo, recargar la batería.

El Volkswagen ID.4 remata nuestra toma de contacto con un gasto que no es el anunciado, pero que no está mal. Son 20,1 kWh lo que ha gastado en nuestro recorrido, en el que en general hemos ido ligeros, pero siempre con un punto tirando a buscar un buen consumo. A poco que el coche cargue con más pasajeros -la prueba era solo con el conductor- ese consumo subirá y de los 500 kilómetros, la realidad se quedará en algo más de 300 reales, lo que en cualquier caso no es una mala cifra.

Hablemos de otra cifra, el coste de este Volkswagen ID.4. El nuevo Volkswagen ID.4 está disponible por un precio de partida, en la versión Pure, con batería de 52 kWh, 150 caballos y una autonomía de 344 kilómetros por 35.875 euros. Una cifra que se puede reducir hasta menos de 26.000 euros si se aplican los descuentos promocionales de la marca, así como el Plan Moves III y se achatarra un vehículo usado. Una cifra con la que las cuentas empiezan a salir, pues un Volkswagen Tiguan con la misma potencia parte de los 28.000 euros… En el caso de la versión probada, con 204 caballos, el precio de partida es de 43.595 euros, que se quedan en unos 10.000 euros menos con promociones y ayudas del Moves.