Una manía que parece entrar en la jurisdicción más personal. Porque esto, a fin de cuentas, parece un tema de comodidad, de elección individual, de priorizar el confort a la hora de conducir… ¿Tacones sí o no? Esta es, quizá, una de esas preguntas difíciles de responder porque, si lo has buscado, verás que no está prohibido de manera expresa en el reglamento.
Algunas se apañan mejor, a otras ni se les pasaría por la cabeza, pero lo que es cierto es que este tema va mucho más allá de la comodidad, las preferencias, gustos o apetencias… es un asunto de seguridad. Aunque la legislación no sea muy clara en la pregunta concreta de los tacones, sí lo es en cuanto a seguridad se refiere y aquí es donde pueden llegar los problemas en alguno de tus viajes.
2Bajo qué ley te multan por llevar tacones
¿En qué se basan para poner una multa por conducir con tacones? Aunque no existe una normativa concreta, sí hay dos artículos en el Reglamento General de Circulación que se utilizan normalmente como justificación para multar por conducir con tacones. Son, concretamente, los artículos 3.1 y 18.1.
Artículo 3.1: «Se deberá conducir con la diligencia y precaución necesarias para evitar todo daño, propio o ajeno, cuidando de no poner en peligro, tanto al mismo conductor como a los demás ocupantes del vehículo y al resto de los usuarios de la vía. Queda terminantemente prohibido conducir de modo negligente o temerario». En este contexto, se puede interpretar como «temerario» y, por tanto, «ilegal» conducir con tacones al considerarse que llevar este calzado no permite controlar el vehículo con la precisión y seguridad de otro tipo de calzado.
Artículo 18.1: «El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía». Según este punto, el tacón se entiende como ese algo que limita el movimiento de la conductora porque le obliga a colocar el pie en una posición incómoda y poco natural. Además, los tacones pueden dificultar el agarre del pie a la alfombrilla del suelo y, sobre todo, dejar el pie bloqueado.