La preocupación por la contaminación atmosférica ha llevado a la Unión Europea a tomar medidas proactivas, buscando reducir las emisiones nocivas de los vehículos. Si bien gran parte de la atención se ha centrado en las emisiones de gases producidas por la quema de combustibles fósiles, como la gasolina y el diésel, un aspecto crítico que ha sido descuidado durante demasiado tiempo es la contaminación causada por el desgaste de los neumáticos y las pastillas de frenos.
Según demuestran recientes investigaciones científicas esa no es la única contaminación de la que deberíamos preocuparnos: la que producen los neumáticos durante la conducción es 2.000 veces más abundante que la que procede de los tubos de escape.
1El desgaste de neumáticos y frenos puede contribuir a la contaminación
Cuando los neumáticos y los frenos se desgastan, liberan partículas finas en el aire, conocidas como PM10 y PM2.5, que pueden ser inhaladas por humanos y animales. Estas partículas pueden causar problemas respiratorios y contribuir a la mala calidad del aire en áreas urbanas.
Los frenos generalmente contienen metales pesados como el cobre, el zinc y el plomo. Cuando los frenos se desgastan, estas partículas de metal pueden liberarse al medio ambiente y acumularse en el suelo y el agua, lo que puede ser perjudicial para la vida silvestre y los ecosistemas acuáticos.