Lo que comenzó como un control de alcoholemia rutinario después de un accidente de tráfico se convirtió en una inesperada batalla legal entre uno de los afectados y la policía. El hombre involucrado se negó a someterse al control de alcoholemia, una acción que normalmente se considera una falta grave. Sin embargo, este caso resultó ser una excepción, ya que la negativa no fue producto de una rebeldía injustificada.
2La batalla legal
En su declaración ante el juez, el motociclista explicó que no pudo realizar la prueba de alcoholemia debido a su condición física. Según él, tenía seis costillas rotas y un pulmón perforado, lo que se confirmó posteriormente con pruebas médicas realizadas en el hospital. Afirmó que fue obligado a realizar el control a pesar de su incapacidad física, lo que lo llevó a denunciar a los agentes.
El Juez de Instrucción número 3 de Torrejón de Ardoz consideró estos argumentos y decidió sobreseer la causa contra el conductor por un delito contra la seguridad vial. En su auto, el juez destacó que había pruebas claras de que el hombre tenía problemas de salud que le impedían completar la prueba de alcoholemia, y que estos problemas no podían ser ignorados.
