El rugido de tu moto recorriendo las calles puede estar en peligro de extinción, especialmente si vives en una ciudad con Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). Estas áreas, diseñadas para reducir la contaminación, han restringido el acceso a vehículos que no cuentan con la etiqueta ambiental de la DGT. Si tu moto de gasolina no cumple con estas normas, es probable que te preguntes: ¿Qué opciones tengo?
Entre las alternativas más interesantes está la conversión de una moto de combustión en eléctrica, un proceso conocido como retrofit . Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece en este camino hacia la movilidad sostenible. A continuación, exploramos qué implica esta transformación, qué desafíos plantea y si realmente merece la pena.
1La motivación: el futuro de las motos de combustión
El panorama de la movilidad está cambiando. La Unión Europea ya ha fijado el 2035 como el año en que se dejarán de vender vehículos de combustión, mientras que para 2050 planea prohibir su circulación por completo. Aunque todavía se discute sobre el futuro de combustibles sintéticos y eFuels, la tendencia hacia la electrificación parece imparable.
En España, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética obliga a las ciudades de más de 50.000 habitantes a implementar ZBE, lo que ha puesto contra las cuerdas a quienes tienen motos más contaminantes. Aquí es donde entra en juego el retrofit, una solución técnicamente posible, pero que plantea serios desafíos.