El rugido de tu moto recorriendo las calles puede estar en peligro de extinción, especialmente si vives en una ciudad con Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). Estas áreas, diseñadas para reducir la contaminación, han restringido el acceso a vehículos que no cuentan con la etiqueta ambiental de la DGT. Si tu moto de gasolina no cumple con estas normas, es probable que te preguntes: ¿Qué opciones tengo?
Entre las alternativas más interesantes está la conversión de una moto de combustión en eléctrica, un proceso conocido como retrofit . Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece en este camino hacia la movilidad sostenible. A continuación, exploramos qué implica esta transformación, qué desafíos plantea y si realmente merece la pena.
4¿Merece la pena?
La respuesta depende de tus circunstancias personales, pero en términos generales, los expertos coinciden en que el retrofit tiene más sentido en casos muy específicos, como la restauración de motos clásicas con un valor sentimental o histórico. Para el usuario promedio que busca una solución práctica para moverse por la ciudad, comprar una moto eléctrica nueva suele ser más rentable, eficiente y menos complicada.
Además, las motos eléctricas de fábrica están diseñadas para optimizar el rendimiento y la autonomía. Incorporan baterías mejores integradas y tecnologías avanzadas que no siempre se pueden replicar en una conversión. Sumado a esto, los planes de incentivos como el MOVES III pueden hacer que el coste inicial sea más asequible.