Llevar a cabo un correcto mantenimiento del vehículo asegura que su mecánica permanezca en plena forma. El libro de mantenimiento proporcionado por el fabricante en el momento de la compra del vehículo puede guiarnos a la hora de saber cuándo hay que cambiar las partes del coche, ya sea por kilometraje o por tiempo. Cambio de aceite, sustitución de los filtros… Hay tareas muy asequibles, pero otras no tanto, como es el caso del cambio de la correa de distribución.
La rotura de la correa de distribución es causa de una de las “averías caras” más frecuentes que deben de afrontar los conductores. Ocurre de forma imprevisible en muchos casos, es cierto, pero en otros podría haberse evitado. Ahí es donde queremos llegar, a esos casos en los que es posible evitar el peor desenlace posible.
5Cómo cuidarla para evitar su rotura
En primer lugar, es muy importante que la correa de distribución esté correctamente tensada, por ello debemos vigilar la salud de los tensores. Ruidos cuando el coche está al ralentí o al acelerar en punto muerto con el coche parado… Cualquiera de estas señales es evidencia de problemas.
En algunas ocasiones, una rotura de la distribución se ha debido a una simple avería de la bomba de agua (gripaje, holguras, etc.). La bomba puede estar bien y no darte ningún problema, pero si no es el caso te vas a arrepentir porque es un elemento que solo vale 50 euros y que te puede provocar males mayores si no lo cambias. Controla, por ejemplo, que no haya fugas de refrigerante tampoco porque serán otro indicio de que algo no va bien.