Han pasado diez años desde que la Dirección General de Tráfico (DGT) nos prometió un cambio significativo en los límites de velocidad en las carreteras españolas. Sin embargo, esa promesa sigue siendo solo eso: una promesa incumplida. A lo largo de la historia, en España han sido objeto de debate y revisión, pero parece que el cambio real sigue siendo esquivo.
Para comprender completamente el contexto de esta situación, es necesario hacer un recorrido por la historia de los límites de velocidad en España. Los primeros límites se establecieron a principios del siglo XX, cuando los vehículos a motor comenzaron a proliferar en las carreteras. Sin embargo, no fue hasta 1962 cuando se promulgó la primera normativa nacional sobre límites de velocidad, estableciendo un máximo de 90 km/h en carreteras convencionales.
A lo largo de las décadas siguientes, estos límites se han ido ajustando y modificando en respuesta a diversos factores, como avances en la seguridad vial, cambios en la tecnología automotriz y consideraciones ambientales.
2Un año después se aparca la propuesta
Uno de los principales obstáculos fue la falta de consenso entre los diferentes actores involucrados. Si bien algunos grupos de presión abogaban firmemente por el cambio, otros, como organizaciones de seguridad vial y asociaciones ecologistas, se opusieron vehementemente a la medida. Además, surgieron dudas sobre la capacidad de las carreteras españolas para soportar velocidades más altas sin comprometer la seguridad de los usuarios.
Finalmente, en 2015, el gobierno decidió archivar la propuesta de aumentar el límite de velocidad. Se argumentó que no había suficiente evidencia para respaldar los beneficios de la medida y que existían preocupaciones legítimas sobre su impacto en la seguridad vial. Desde entonces, el límite de velocidad en autopistas y autovías sigue siendo de 120 km/h, y no ha habido nuevos intentos significativos de cambiarlo.