La DGT tiene una normativa muy clara para poder multar a los imprudentes que pisan el acelerador más de lo permitido. Los excesos de velocidad están a la orden del día en carreteras secundarias y autopistas, también en zonas urbanas, pero en estos últimos puntos el organismo dirigido por Pere Navarro no tiene competencia alguna.
Para detectar a los ‘filipaldis’, la DGT dispone de numerosas herramientas y medidores de velocidad. Los habituales radares, los flamantes y nuevos veloláser, así como los helicópteros Pegasus, vigilan muy cerca a estos conductores que van más allá de los límites establecidos. Ir a más de 128,5 km/h por la autopista o autovía equivale a sanción, pero la DGT sólo puede multar al conductor si el sistema de medición de velocidad está correctamente calibrado y ubicado en el entorno de la carretera en cuestión. En carreteras secundarias, el límite se ha fijado en 90 km/h y la foto salta a partir de los 94,5 km/h.
Una vez cazado al infractor, la DGT propone su sanción. Hasta aquí es comprensible que el conductor pague la correspondiente sanción antes de quince días para acogerse a un descuento del 50%, pero sin posibilidad de emprender recursos legales. No obstante, incluso cuando se paga la multa se puede obtener una victoria en un recurso por los propios defectos de los materiales utilizados, que en nada tienen que ver con la medición de velocidad.
LOS FITIPALDIS RASTREAN LOS RADARES Y TODOS SUS ELEMENTOS
No obstante, algunos ‘fitipaldis’ no se muestran conformes con la multa, que puede ser elevada e incluso enfrentarse a penas de prisión si la velocidad era excesivamente elevada. Y es que, las herramientas de la DGT deben cumplir una serie de requisitos imprescindibles para que la sación sea legítima. Por ejemplo, realizar el trámite con una numeración equivocada o enviar imágenes defectuosas pueden dar al traste con la labor realizada. Y sí, estas pifias y errores se cometen con una mayor asiduidad de la recomendada.
DGT ha incorporado nuevos y certeros sistemas de control de tráfico, pero algunos agentes de la Guardia Civil se olvidan de sus propias reglas a la hora de realizar propuestas de sanción
Así por ejemplo, se exigen al menos dos fotografías para poder sancionar al infractor, pero no solo. El radar y el resto de dispositivos deben guardar distancias mínimas del borde de la calzada, llevar la homologación y la regulación al día para poder dar por buena la propuesta de sanción. Así lo exigió la Unión Europea en una orden en 2020, donde se estipuló que todas las propuestas de sanción debían medirse legítimamente.
LA DGT Y SUS HOMOLOGACIONES
En estos últimos tres años, la DGT ha incorporado nuevos y certeros sistemas de control de tráfico, pero algunos agentes de la Guardia Civil se olvidan de sus propias reglas a la hora de realizar propuestas de sanción. Y es que, las multas no sólo se materializan con los nuevos dispositivos, sino también con los temidos radares móviles.
Para ello, los agentes de la Guardia Civil colocan los radares en ubicaciones estratégicas, encima de soportes y en lugares propicios para pisar el acelerador, como las largas rectas con visibilidad completa en algunas carreteras secundarias. No obstante, los agentes de Tráfico deben utilizar herramientas acordes con la legislación vigente e incluso también atender a los lugares donde se ubican estos elementos para cazar infractores. La Unión Europea así lo exige.
El veloláser, el nuevo dispositivo que puede ubicarse en el quitamiedos de las carreteras, no puede colocarse donde establezca la autoridad competente, sino en aquellos sitios permitidos por la UE. El error de colocación puede hacer perder el montante económico y la sanción a la DGT.
EL VELOLÁSER, EN DUDA POR SU UBICACIÓN
Así, por ejemplo, los cinemómetros deben instalarse a 1,3 metros de las barreras de las vías. En caso de multa, el potencial infractor puede acudir al punto kilómetrico y medir la distancia del radar a la barrera. Si no cumple el espacio mínimo, la sanción tiene un negro futuro para la DGT. Y sí, uno de cada tres radares no cumple con estos requisitos.
Los veloláser, por ejemplo, no ofrecen esa distancia como tampoco algunas de las grandes cajas en carreteras secundarias al estar situadas casi al pie de la calzada, sin margen con la barrera.
Las multas impuestas y tramitadas con este tipo de radares son archivadas, para alivio del infractor. Y es que, los conductores miran con lupa todos los soportes, distancias e incluso regulaciones de los radares que han fotografiado nítidamente la matrícula cuando se viajaba a una velocidad mayor a la permitida. Un soporte fuera de la homologación equivale a un exitoso recurso y ahorrar un buen dinero al contribuyente.