Conducir sobre hielo o nieve puede ser una experiencia peligrosa. Cada invierno, cientos de conductores se ven envueltos en situaciones críticas por no estar preparados para las condiciones resbaladizas y desafiantes de la carretera. ¿Sabes qué debes hacer si pierdes el control del coche?
Las nevadas y heladas ponen a prueba las habilidades de los conductores. La adherencia al asfalto se reduce, convirtiendo cada trayecto en una situación de riesgo. Conscientes de ello, la DGT te da algunas claves para que enfrentes esas condiciones como si fueras un piloto entrenado para la competición. ¿Quieres saber cuáles son? En este artículo, te las desvelamos.
3La distancia de seguridad: el salvavidas invisible
En la conducción sobre hielo y nieve, es crucial el margen de reacción. Para ilustrarte: en una carretera seca, la distancia de frenado a 50 km/h puede ser de unos 25 metros; en superficie helada, puede superar los 100 m. Es decir, en condiciones adversas, mantén una distancia de seguridad mucho mayor. El tiempo de frenado se multiplica sobre nieve o hielo, en comparación con una carretera seca.
La DGT recomienda aumentar considerablemente la distancia de seguridad con el vehículo que te precede. Así, podrás responder con tiempo suficiente ante frenazos inesperados u obstáculos en la vía. Esa distancia te permitirá maniobrar con mayor tranquilidad, reduciendo la necesidad de frenar de forma brusca, que ya hemos visto lo peligroso que es.