El punto de atención de la DGT esta puesto en las capacidades del conductor para controlar el vehículo en todo momento, haciendo hincapié en las condiciones de movimientos libertad de acción y control positivo, ante cualquier circunstancia, dando a entender que el calzado, como prenda de vestir, pudiera afectar a estas capacidades y por tanto influir negativamente en la conducción.
Atendiendo a la posición del conductor y los puntos de contacto con el coche, desde los que recibimos todos los inputs sensoriales que la conducción y el comportamiento del coche producen, los pies en contacto con los pedales son, esencialmente, una gran fuente de información para reaccionar rápidamente a una eventualidad de circulación.
1Entonces, ¿Qué podemos entender por un calzado adecuado?
Por lo general el calzado más adecuado para conducir es aquel que:
• no debe resbalar de los pedales.
• debe proporcionar una buena adherencia entre el pie y los pedales.
• no debe tener lazos o adornos similares que podrían engancharse en los
revestimientos del vehículo.
• no debe ser demasiado grande, ni demasiado pesado, de modo que no se pisen
dos pedales al mismo tiempo de forma accidental.
Aparte del riesgo de accidente, o de la correspondiente sanción, el no llevar un calzado
adecuado puede también tener implicaciones sobre el seguro, que puede reducir la
correspondiente compensación por negligencia grave en caso de sufrir un accidente
cuando iba descalzo.