El diésel, ese combustible que durante años fue el preferido en España y en otros países europeos, parece estar viviendo sus últimos días en nuestras gasolineras. Sin embargo, el camino hacia su desaparición no será inmediata, y España enfrenta un reto particular por su dependencia histórica de este combustible, con un parque móvil en el que aún representa un 60% de los vehículos en circulación. Esta situación plantea desafíos únicos que hacen que las políticas de eliminación del diésel en España vayan a un ritmo más lento que en países vecinos, como Francia y Alemania, donde las medidas son cada vez más estrictas.
1Una oleada antidiésel en Europa
Desde hace años, Europa ha venido impulsando una transición hacia energías más limpias, y el diésel se ha convertido en uno de los principales objetivos de esta transformación.
Francia, por ejemplo, ha tomado medidas directas, como la reciente prohibición de la venta en varias estaciones de París, que se aplicarán tras los Juegos Olímpicos de 2024. Esta medida busca reducir las emisiones de gases contaminantes y es parte de un plan mayor para lograr que las ciudades se conviertan en espacios más sostenibles y saludables.
Alemania, en tanto, ha propuesto aplicar impuestos adicionales para desincentivar su uso, al mismo tiempo que promueve opciones alternativas como los combustibles sintéticos, que representan una alternativa neutral en emisiones para vehículos con motores de combustión interna.