El diésel, ese combustible que durante años fue el preferido en España y en otros países europeos, parece estar viviendo sus últimos días en nuestras gasolineras. Sin embargo, el camino hacia su desaparición no será inmediata, y España enfrenta un reto particular por su dependencia histórica de este combustible, con un parque móvil en el que aún representa un 60% de los vehículos en circulación. Esta situación plantea desafíos únicos que hacen que las políticas de eliminación del diésel en España vayan a un ritmo más lento que en países vecinos, como Francia y Alemania, donde las medidas son cada vez más estrictas.
52035: el horizonte sin diésel en Europa
El gran objetivo de la Unión Europea es claro: en 2035, la venta de coches nuevos de combustión interna, incluyendo los diésel, estará prohibida. Alemania, uno de los principales impulsores de esta medida, logró que los combustibles sintéticos –o e-fuels– sean la excepción, permitiendo que los vehículos con motores de combustión interna que usen exclusivamente estos combustibles puedan seguir en el mercado. Esta tecnología podría ser la salvación para ciertos sectores profesionales que dependen del diésel, pero aún está por ver si será una opción viable y económica para el consumidor medio.