En 2021 perdieron la vida en un accidente de tráfico fuera de la ciudad un total de 1.004 personas, de las cuales el 72% viajaban por vías convencionales y el 28% por autopistas o autovías. Se trata de un dato falseado por las restricciones de tráfico debidas a la pandemia, pero si viajamos hasta 2019 vemos que las cifras de siniestralidad vial dejaron 1.098 muertos en las carreteras, un dato bastante superior. Y es que durante los años anteriores hubo un incremento en los indicadores de accidentes de tráfico.
A la hora de analizar el tipo de vía por su accidentalidad, existen tres tipos de clasificaciones en España: los puntos negros en la carretera, los tramos de concentración de accidentes y los tramos de riesgo de EuroRAP. Los más sonados son los dos primeros, pero mucha gente no tiene clara la diferencia y conocerla es importante para saber interpretar bien los datos en una época de tanto movimiento como es el verano… sobre todo este verano en particular.
1Para medir los accidentes: puntos negros de las carreteras
Históricamente, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha usado para el análisis viario de la accidentalidad el término de punto negro en la carretera (PN). ¿Pero cómo se identifica un punto negro? La respuesta la encontramos justamente en su propia definición: “Emplazamiento perteneciente a una calzada de una red de carreteras, en el que durante un año natural se hayan producido 3 o más accidentes con víctimas, con una separación máxima entre uno y otro de 100 metros”.
En el caso de vías convencionales sin calzadas separadas, el punto negro engloba ambos sentidos de circulación. Pero en aquellas vías con calzadas separadas, el punto negro tan solo se refiere al sentido de la marcha en que se han producido los accidentes de tráfico. Por tanto, ya puedes intuir que los puntos negros pueden localizarse tanto en vías secundarias como en autovías o autopistas. ¿Y qué hay de los tramos de concentración de accidentes?