Según se van cumpliendo años, ya rebasada una edad, se van perdiendo reflejos y facultades para conducir. Ello supone normalmente una mayor prudencia al volante, progresiva, hasta que debamos dejar de conducir.
Normalmente algo a lo que la mayoría de gente mayor se resiste al máximo, siempre que se sientan capaces de seguir conduciendo. Dejar de conducir supone perder autonomía y autoestima.
4Limitaciones físicas
Y es que al ir cumpliendo años, hay condiciones psicofísicas que se van deteriorando y que influyen en la capacidad de conducir. Mientras algunas personas no las notan hasta muy avanzada edad, para otras el deterioro es más acusado y las limitaciones más inhabilitantes:
o Con los años los músculos y articulaciones van alcanzando una mayor rigidez, lo que puede dificultar el giro de la cabeza para maniobrar hacia atrás.
o Los problemas de visión aumentan, especialmente para conducción nocturna.
o Limitaciones de audición que impiden escuchar en las condiciones adecuadas lo que ocurre alrededor.
o Los reflejos disminuyen, lo que supone reaccionar más lentamente en determinadas situaciones de tráfico. Como puede ser al tener que frenar de forma espontánea o realizar un giro brusco de volante para esquivar un obstáculo, controlando la estabilidad del coche.
o Mayor propensión a la fatiga a la hora de viajar o estar muchas horas al volante.
o Problemas de orientación, que puede llevar a equivocarse incluso al acceder en la dirección correcta de la vía.
o Complicaciones para dividir la atención entre varias tareas sin dejar la concentración en la carretera.
o Dificultad para conducir en condiciones meteorológicas adversas.
Estas restricciones van afectando a la conducción; es ley de vida y el problema está en asumir esas limitaciones. Y tener claro cuando no estamos en condiciones de seguir conduciendo de manera segura.