En la historia del todoterreno militar español, se ha ganado un lugar poco envidiable. Concebido con grandes expectativas, este modelo, nacido en la factoría de Santana en Linares, fue inicialmente aclamado como una solución robusta para las necesidades del Ejército. Sin embargo, a medida que se pusieron a prueba sus capacidades en el campo, la realidad pintó un panorama bien distinto, y los problemas no tardaron en surgir. Hoy, el Ejército ha decidido poner fin a su historia pese a las mejoras y ajustes, nunca logró cumplir con las demandas de un uso militar riguroso.
2Una historia de averías y fallos estructurales.
El debut de Santana Aníbal en el Ejército fue poco menos que accidentado. Las primeras unidades entregadas comenzaron a mostrar defectos de fabricación a las pocas millas de kilómetros de uso. Los problemas iban desde fallos en el chasis y desgaste de bulones hasta corrosión prematura y fugas de aceite. Como describen algunos militares, el Aníbal “se rompía cada 5.000 kilómetros”, lo que lo convertía en un vehículo poco confiable para misiones exigentes. Las reparaciones constantes y los problemas de estructura acabaron por ganarle al Aníbal la reputación de «patata», un apodo que refleja tanto el descontento como la frustración que despertaba entre sus conductores.