Inaugurado en el año 2000 por el rey de Suecia, este centro de seguridad ha ayudado a los ingenieros de Volvo Cars a seguir avanzando en materia de seguridad y aprender de los accidentes de tráfico reales, con el objetivo de que en el futuro nadie muera en un vehículo de la marca de nueva generación.
«Nuestro compromiso con la seguridad consiste en averiguar cómo y por qué se producen los accidentes y las lesiones para después desarrollar la tecnología que contribuya a prevenirlos. Esperemos que nuestro trabajo pionero inspire a otros a perseguir también nuestro objetivo de reducir el número de víctimas en accidentes de tráfico a escala internacional», ha asegurado Thomas Broberg, uno de los ingenieros de seguridad de Volvo Cars.
Dos pistas de prueba
El laboratorio cuenta con dos pistas de pruebas: una de 108 y otra de 154 metros de largo. La primera de ellas es móvil y se puede ajustar a un ángulo de entre 0 y 90 grados, lo que permite realizar pruebas de colisión a distintos ángulos y velocidades o simular un choque entre dos vehículos en movimiento, hasta 120 km/h.
En el exterior se pueden realizar diferentes pruebas, como de colisión con vuelco y de salida en calzada, en las que los vehículos se lanzan a una zanja a alta velocidad. En el interior, hay un muro que se utiliza para someter a prueba a los vehículos en diversos impactos frontales, laterales y traseros.
Antes de estas pruebas de colisión física, el modelo de vehículo en cuestión ya se ha sometido a miles de crash test simuladas por ordenador. Tras estos, los ingenieros de Volvo utilizan los datos generados para desarrollar vehículos más seguros.