Encontrar aparcamiento en las grandes ciudades se ha convertido en una prueba de resistencia para muchos conductores. Entre las políticas urbanas que buscan reducir el uso del coche restringiendo el estacionamiento y los espacios de pago que proliferan en cada esquina, aparcar cerca de casa a veces parece un milagro. Pero, como en todo, hay quien encuentra maneras poco ortodoxas para asegurarse ese preciado hueco a costa de la paciencia y la convivencia con los demás.
1¡¡¡ Porque yo lo valgo !!!
En este contexto surge la figura del llamado «espabilao», un vecino cuya maniobra fue grabada en vídeo y rápidamente bautizada con este irónico apodo. ¿Qué hace? Cada mañana, antes de irse al trabajo, deja uno de sus coches —un Peugeot plateado, en este caso— cruzado, ocupando dos plazas de aparcamiento en la calle. Su plan maestro: al regresar de un duro día laboral, simplemente mueve el coche que ha bloqueado las plazas y estaciona otro vehículo en una de ellas, como si el resto del mundo no existe.
Para los vecinos, este truco diario no es más que una estrategia egoísta que roza lo intolerable. Y no es para menos: si ya es complicado aparcar, la idea de que alguien secuestre dos plazas durante todo el día resulta casi ofensiva. ¿Pero qué dice la normativa sobre este tipo de prácticas?