El embrague emerge como un protagonista crucial, en el complejo engranaje del sistema de transmisión de un automóvil. Según los expertos de ‘Elige calidad, elige confianza’ (ECEC), una iniciativa comprometida con la seguridad vial, el correcto funcionamiento de este componente influye directamente en la durabilidad del motor y la caja de cambios.
En un contexto donde los motores evolucionan para cumplir con estrictas normativas de emisiones, el mantenimiento adecuado del embrague se vuelve aún más vital, ya que es propenso al desgaste.
Su función principal es conectar y desconectar el motor de la caja de cambios y, por ende, de las ruedas. Esto permite al conductor controlar la transferencia de potencia del motor a las ruedas de manera gradual, lo que es fundamental para arrancar, detenerse y cambiar de marcha de forma suave y eficiente.
1Así funciona el embrague
El funcionamiento del embrague se basa en una serie de discos o platos metálicos, alternados con discos de fricción, que están presionados entre sí por resortes o un sistema hidráulico. Estos discos se encuentran alojados dentro de una carcasa en el volante de inercia, que está unida al cigüeñal del motor. Por otro lado, está el plato de presión, que es accionado por el pedal del embrague a través de un mecanismo de horquilla.
Cuando el conductor presiona el pedal del embrague, se desengancha el plato de presión, lo que separa los discos de fricción. Esto interrumpe la conexión entre el motor y la caja de cambios, permitiendo que el motor gire libremente sin transmitir potencia a las ruedas. Al soltar el pedal del embrague gradualmente, el plato de presión vuelve a presionar los discos de fricción juntos. Esto permite que la potencia del motor se transfiera gradualmente a la caja de cambios y, finalmente, a las ruedas, lo que permite al vehículo moverse.