Los datos no pueden ser más preocupantes. El balance de siniestralidad del mes de julio ha dejado 122 siniestros mortales en los que han fallecido 131 personas. El incremento ha sido de 14 muertes respecto al mismo mes de 2019, último año fiable para hacer comparaciones. Se puede buscar cualquier excusa para justificar esto, pero los fríos números exigen análisis concienzudos.
Y es que los datos negativos no quedan aquí. Ahondando un poco más en la anterior cifra, cabe destacar que el mayor aumento de fallecidos con respecto a julio de 2019 se ha concentrado en las vías con mayores índices de siniestralidad y también las que presentan peor nivel de mantenimiento: las carreteras convencionales. De hecho, han muerto durante este pasado mes de julio 97 personas en estas vías; 16 más que en 2019.
3Ni una excusa: ¿Calor… o falta de inversión?
Lo cierto es que está demostrado que el calor provoca somnolencia y fatiga, reduciendo la capacidad de atención y reacción frente a todos los imprevistos que puedan surgir. Nadie cuestiona esto. Sin embargo, resulta significativo que la única conclusión a la que ha llegado Tráfico ante este aumento de la siniestralidad sea el calor. ¿Acaso no hay otros motivos que todos podemos intuir?
Navarro parece que no ha caído en la cuenta de otros factores, como la falta de inversión en infraestructuras o, también, las vías excesivamente congestionadas, como es el caso de la AP-7. Hablamos de factores que se obvian aparentemente en todos los balances de siniestralidad vial, pero que se deberían tener mucho más en cuenta, porque echar balones fuera nunca ha de ser la solución.