«Europa carece de un enfoque sólido y coherente ante la competencia cada vez más dura del exterior, apoyado por gobiernos que combinen sus transiciones verde y digital con la resiliencia nacional de manera combativa y decisiva. En particular, China tiene la mirada puesta en el mercado de coches europeo, con el potencial de cambiar fundamentalmente la faz de las industrias europeas tal como las conocemos».
Son las duras y realistas palabras con las que la directora general de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (Acea), Sigrid de Vries, pide a Bruselas una estrategia industrial que haga de Europa un verdadero «rival» ante el «elefante (o dragón) chino». Esta estrategia debería alejarse «del proteccionismo y la ingenuidad, ampliando la perspectiva más allá de la mirada interna y creando condiciones para una actividad económica sostenible», añade.
En junio de este año, las ventas de la coches 100% eléctricos superaron por primera vez a las de modelos diésel en Europa. A juicio de la responsable de Acea, estas cifras son positivas para la lucha contra el cambio climático, pero exponen otra tendencia clara: «las marcas chinas y los coches de fabricación china están incursionando rápidamente en el mercado europeo de vehículos eléctricos (EV)». Esto supone «un desafío para la industria automotriz en Europa«.
Para de Vries, la diferencia entre China y Europa es el enfoque holístico de la política industrial que ha adoptado la primera para aplicar una estrategia que va desde la minería, la refinación y la fabricación hasta las redes de carga, la energía barata, los incentivos a la compra y el reciclaje a lo largo de todo el ciclo de vida.
Esto ha llevado a que China tenga hoy el 75% de la capacidad mundial de producción de baterías y casi un monopolio sobre el suministro de materias primas críticas. En 2022, en solo un año, el país instaló 800.000 puntos de carga de coches eléctricos, casi tanto como el total puesto en marcha en otros lugares del mundo desde que comenzaron las inversiones en infraestructura de carga.
Fábricas de coches menos dependientes
La solución, según Acea, pasa porque Europa acelere el desarrollo de la capacidad local y asegure los vínculos existentes a la vez que establece nuevas asociaciones con terceros países. «Las recientes restricciones chinas a las exportaciones de germanio y galio, dos materiales vitales para los microchips, ofrecen una muestra de lo que podría suceder si la UE no encuentra una manera de volverse menos dependiente de otros y mantener las relaciones comerciales lo más abiertas, justas y solidarias posible».
Por lo que se refiere a las relaciones comerciales, desde Acea destacan que la fabricación de coches chinos ha alcanzado un nivel de madurez formidable que, combinada con un impulso para expandirse más allá de un mercado interno cada vez más concurrido , explica la decisión de buscar mercado en Europa, «siendo el siguiente paso lógico establecer la fabricación en el extranjero».
En este sentido, ha apuntado que la venta de coches eléctricos solo representa el 13% del mercado de la UE y que, por tanto, la electrificación «aún está en sus inicios», al tiempo que ha explicado que las marcas europeas tienen una larga relación con sus clientes en todo el mundo y un sólido legado.
Por todo, de Vries cree que lo que «está en juego es la competitividad de Europa como hogar natural de las industrias manufactureras». La ventaja comparativa de China y sus importaciones competitivas en costos podrían socavar la participación en el mercado interno de los fabricantes de automóviles europeos, impactando en última instancia en la actividad local.