La industria automovilística respira algo más aliviada por la decisión de la Union Europea de flexibilizar el calendario de reducción de emisiones de CO2. Pero como todas las medidas que tienen que ver con esta cuestión, ha encontrado opiniones de todo tipo; por supuesto, también en contra.
La decisión de la UE plantea un cambio significativo en la hoja de ruta para la reducción de emisiones en la industria automovilística. En esencia, se propone ampliar de uno a tres años el plazo que tendrán los fabricantes para alcanzar los objetivos de reducción de CO2 establecidos, antes de enfrentarse a las temidas multas por incumplimiento.
Esa flexibilización en los tiempos, contrasta con la rigidez mostrada hasta ahora por la UE. Pero la esencia se mantiene, porque la Unión Europea no se mueve de su objetivo de reducción de emisiones, que sigue siendo 0 emisiones en 2035. Lo que ha cambiado es el proceso, que al dilatarse tres años más permitirá los fabricantes más tiempo para adaptarse a las exigencias de reducción de emisiones, lo que les permitirá gestionar mejor la transición hacia vehículos más limpios.
La decisión de la UE sobre las emisiones responde a las inquietudes de la industria
La decisión tomada por el organismo que dirige Ursula Von der Leyen responde a un contexto de profunda transformación y a las inquietudes de los fabricantes que han expresado su preocupación por la dificultad de cumplir con estos objetivos en los plazos previstos, especialmente en un contexto de incertidumbre económica y desafíos en la cadena de suministro.
Además, la industria ha abogado por una neutralidad tecnológica, que permita explorar diferentes soluciones para la reducción de emisiones, incluyendo vehículos eléctricos, híbridos, de hidrógeno y combustibles sintéticos. Todos estos argumentos parecen haber sido escuchados y tenidos en cuenta por la Unión Europea.
Pero lo mismo que algunos ven de manera positiva este nuevo enfoque, otros consideran un retroceso grave en el camino hacia la descarbonización.
Opiniones a favor y en contra de la medida de la UE
Para los primeros esta mayor flexibilidad será clave para que los fabricantes puedan adaptar sus procesos de producción y desarrollar nuevas tecnologías de manera más gradual. También permitirá incentivar la innovación y la exploración de diferentes soluciones tecnológicas para la reducción de emisiones. Y al evitar -o diferir en el tiempo- las sanciones, la flexibilidad contribuye a mantener la competitividad de la industria automovilística europea.
La otra cara de esta moneda de opiniones viene de los que están en contra de esta propuesta de flexibilización, que temen que pueda retrasar la acción climática y enviar señales contradictorias al mercado.
Las principales críticas se basan en que la ampliación de los plazos podría llevar a una relajación en los esfuerzos de reducción de emisiones, lo que dificultaría el cumplimiento de los objetivos climáticos a largo plazo. También se podría desincentivar la innovación e inversión en tecnologías limpias de los fabricantes al reducir la presión sobre los ellos. Y el último efecto adverso que se comenta tiene que ver con la incertidumbre que se genera en los consumidores por la falta de claridad sobre los plazos y las obligaciones que podría retrasar la adopción de vehículos eléctricos.
La posición de la industria del automóvil
En el sector del automóvil, la propuesta ha sido acogida con aires positivos, aunque con cautela. Se considera un primer paso interesente hacia un enfoque más pragmático de la descarbonización, tal como llevaban reclamando desde hace tiempo.
La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (Acea) ha destacado que la flexibilidad propuesta ofrece un margen de maniobra para los fabricantes, pero ha insistido en la necesidad de impulsar la infraestructura de recarga y la demanda de vehículos eléctricos.
«La flexibilidad propuesta para cumplir los objetivos de CO2 en los próximos años es un primer paso positivo hacia un enfoque más pragmático de la descarbonización y promete un cierto margen de maniobra para los fabricantes de automóviles y furgonetas», ha asegurado la directora general de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (Acea), Sigrid de Vries.
La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) ha apoyado la medida, señalando que no significa renunciar a los objetivos, sino flexibilizar la forma de alcanzarlos. Así lo ha explicado Josep Maria Recasens, su presidente: «Gracias a Dios, se ha anunciado una flexibilización de la normativa CAFE para el año 2025. No significa renunciar a los objetivos, significa flexibilizar en cómo se llegan a estos objetivos».
En cuanto a Ganvam la Asociación Nacional de Vendedores y Reparadores de Vehículos ha instado a concretar medidas eficaces para estimular la demanda de vehículos eléctricos y no alejarse del objetivo de cero emisiones. Su presidente, Gerardo Cabañas ha comentado que desde la Unión Europea se debe crear un plan para reducir cuanto antes las emisiones de CO2, pero basándose en cualquier tecnología. «No se pueden discriminar tecnologías que contribuyan a la reducción de emisiones. Cualquier tecnología que favorezca la descarbonización debe ser tenida en cuenta en el proceso de transición».
En cualquier caso, los responsables de los fabricantes siguen pidiendo más empuje por parte de las autoridades europeas. Para ellos la flexibilidad en los plazos es solo una pieza del rompecabezas, pero lograr la transición hacia una movilidad más sostenible, es necesario abordar otros desafíos clave.
- Infraestructura de recarga: Es fundamental impulsar el desarrollo de una red de infraestructura de recarga amplia y accesible, que permita a los usuarios de vehículos eléctricos recargar sus baterías de forma rápida y sencilla.
- Incentivos a la demanda: Se necesitan incentivos económicos y fiscales para fomentar la compra de vehículos eléctricos, como subvenciones, exenciones fiscales y tarifas de aparcamiento reducidas.
- Neutralidad tecnológica: Es importante adoptar un enfoque de neutralidad tecnológica, que permita explorar diferentes soluciones para la reducción de emisiones, incluyendo vehículos eléctricos, híbridos, de hidrógeno y combustibles sintéticos.
