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Los frenos: Los síntomas que avisan de que no están bien

¿Te imaginas un coche sin frenos? ¿has sufrido la agonía de sentir que no puedes parar tu coche por falta de frenos? ¿has tenido algún accidente y sabes cierto que ha sido culpa de los frenos? Si la respuesta afirmativa abunda en el cuestionario simple anterior, ciertamente comprendes la importancia del sistema mas importante de un coche, y que se instala para poder controlar su velocidad y minimizar al máximo los riesgos de colisión.

Los frenos tienen una función crítica para tu seguridad en carretera. Si bien el estado de neumáticos y de la suspensión (amortiguadores, muelles…) es fundamental para conseguir una buena frenada, si los frenos no actúan, por mucho que los otros componentes estén en buenas condiciones, el vehículo no se detendrá cuando lo necesitemos con lo que la colisión será inevitable.

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Cuándo cambiar pastillas, discos, líquido…

reparando frenos

No obstante, y precisamente debido a la exigente y continua carga de trabajo a la que están sometidos, —piensa en la cantidad de veces que frenamos durante un viaje promedio—, no es de extrañar que las pastillas y los discos de freno tengan una vida útil que estará directamente vinculada a su uso.

En este sentido, ¿Cuándo hay que sustituir los distintos elementos? Básicamente, son tres los elementos que, en el sistema de frenado más común —frenos de disco—, más desgaste sufren: pastillas, discos y líquido. El resto de componentes, pinzas, latiguillos, bomba, bombines… tienen una mayor duración. Incluso, pueden llegar a durar toda la vida útil del vehículo si no sufren ningún daño o avería.

De este modo, no hay un intervalo fijo para reemplazar ni discos ni pastillas de freno, ya que su duración depende mucho del vehículo y del estilo de conducción. No obstante, por regla general, las pastillas pueden durar entorno a 35.000-40.000 km y los discos alrededor de los 80.000 km. Por tanto, un juego de discos en buen estado, podría ‘aguantar’ dos juegos de pastillas antes de su sustitución.

Por su parte, el líquido de frenos conviene sustituirlo cada dos años o 40.000 km (lo que antes suceda) si queremos evitar que su degradación acabe afectando a su efectividad y, por tanto, a nuestra seguridad.