El sector de las gasolineras en España se encuentra al borde de una transformación monumental. Mientras que durante décadas gigantes como Repsol, Cepsa, BP y Galp han dominado el mercado, un cambio subterráneo amenaza con hacer obsoletas sus icónicas instalaciones en todo el país. Este fenómeno tiene nombre y apellido: estaciones de servicio low cost.
En los últimos años, estas estaciones económicas han surgido como una opción preferida por más del 80% de los conductores españoles. Un estudio reciente de Plenoil destaca que las gasolineras de bajo coste han experimentado un incremento del 19,3% en usuarios respecto al año anterior. Este giro responde principalmente a una razón contundente: el ahorro. Los consumidores, golpeados por los vaivenes económicos y el encarecimiento del combustible derivado de factores como la guerra en Ucrania, buscan la opción más asequible, relegando a un segundo plano los servicios adicionales que solían ser distintivos de las grandes petroleras.
3¿Cuándo cerrarán sus puertas?
No se trata de un futuro lejano. El modelo de negocio de las grandes marcas está siendo erosionado por la competencia feroz de las estaciones low cost. Con la automatización, la eliminación de personal y la eficiencia en la operación, estas nuevas estaciones continúan ganando terreno, especialmente en un contexto donde los conductores priorizan cada vez más el precio por encima de la conveniencia de servicios adicionales como tiendas y cafeterías.
Repsol, Cepsa, BP y Galp han intentado contrarrestar este fenómeno adaptándose, pero su estructura, centrada en ofrecer una experiencia completa al cliente, está resultando una carga difícil de mantener en un entorno donde el precio manda. Aunque estas marcas aún no tienen una fecha de caducidad concreta, si las tendencias actuales se mantienen, es posible que dentro de una década muchas de sus estaciones, tal como las conocemos hoy, se transformen o desaparezcan.
El ascenso de las estaciones de servicio low cost es imparable, impulsado por una mentalidad de ahorro que está aquí para quedarse. Las grandes marcas aún pueden sobrevivir si logran reinventarse y adaptarse a las demandas cambiantes del mercado, pero su hegemonía indiscutible ya tiene los días contados