Echar un pulso a Hacienda tiene más pegas de las que te puedas imaginar. Procrastinar nunca es bueno, pero hacerlo a la hora de pagar una multa de tráfico es aún peor porque a nadie le gusta tener que rascarse el bolsillo pero, una vez que se nos ha sancionado por una infracción relacionada con nuestro vehículo, lo mejor ha de ser abonarla cuanto antes a no ser que se opte por recurrirla.
Seguro que inevitablemente te viene a la cabeza que proceder de este modo supone que nos podamos beneficiar de las reducciones por pronto pago que hay establecidas, pero ojo porque, además de esto, empeñarnos en desoír las sucesivas advertencias que la administración nos hará llegar no traerá nada positivo.
1Hacienda y sus recargos, nuestra peor pesadilla
La deuda que tengas no quedará ahí. Se incrementará con duros recargos y cuando su cobro llegue a manos de la Agencia Tributaria podríamos ver embargadas nuestras cuentas bancarias o bienes porque el único objetivo del organismo será hacernos pagar la sanción de la forma que sea y con un castigo económico del 10 %, en principio, y de un 20 %, después, además de costes de notificación e intereses de demora.
En resumen, no la líes. Enfrentarte a la DGT y, más adelante, a la temida Agencia Tributaria, no es una gran idea. Nadie sale bien parado de ello cuando se trata del pago de una multa: llevarás evidentemente todas las de perder.