La llegada del CR-V híbrido, el más avanzado del mercado según los ingenieros de Honda, está prevista para los primeros meses de 2019, pero mientras llega ese 'caramelo' hemos tenido la oportunidad de probar el nuevo CR-V con el motor 1.5 VTEC Turbo asociado al cambio manual (173 CV) o al automático de variador CVT (193 CV). Y con tracción delantera o total.
Y lo cierto es que hay mucho de nuevo en el todocamino de Honda: nueva plataforma con más batalla y suspensiones mejor calibradas; más calidad y más soluciones prácticas y de versatilidad; una tercera fila de asientos opcional que lleva aparejada un despliegue imponente de facilidades para mejorar el acceso a esos dos asientos adicionales válidos para adultos de baja estatura o niños; mayor altura libre al suelo con una tracción total revisada para mejorar su respuesta y acallar las críticas que el sistema había generado en el modelo anterior; y un espectacular despliegue de seguridad de serie a la altura de lo ofrecido en el Civic y sin rivales en el segmento. En general todo ello, y mucho más que iremos contando, ayuda a que la marca japonesa sitúe a su CR-V en una posición más asentada dentro del segmento premium aunque la gama, una vez eliminado el diésel, se nos antoje un poco limitada.
Pero para que nadie eche de menos ni más potencia, ni más tracción, ni más refinamiento, el CR-V hereda el motor 1.5 VTEC Turbo en diferentes configuraciones, un propulsor que nos ha terminado convenciendo a pesar de que el recorrido por las espectaculares carreteras del Tirol no nos ha permitido conocer a fondo algunos aspectos.
El turbocompresor de los motores VTEC Turbo es más compacto e incorpora una turbina de diámetro reducido, lo que resulta fundamental para obtener la máxima capacidad de respuesta incluso a bajas revoluciones, pero es que además y respecto al motor del Civic, este del CR-V cuenta con un turbo específico que mejora aún más la respuesta a bajas revoluciones.
Lo comprobamos en la versión manual
Te permite circular subiendo un repecho en 6ª a 70 km/h y a 1.500 rpm y la respuesta a la presión sobre el acelerador es inmediata. El cambio manual es preciso y rápido pero el automático de variador es el CVT de mejor funcionamiento de cuantos hemos probado ya que elimina casi por completo ese antipático resbalamiento al acelerar y permite cambiar con levas sobre siete marchas fijas programadas con caídas de régimen de tan solo 800 rpm entre marchas y un modo S que se ajusta a un tipo de conducción más ágil, en la que por cierto también aumenta la sonoridad a medida que la aguja del cuentavueltas pasa de las 4.500 rpm.
A falta de probar el coche a fondo en una carretera virada o en superficies resbaladizas o lejos del asfalto, las primeras impresiones son de un todocamino que muestra un gran aplomo, pocos balanceos y facilita una conducción precisa y relajada. Además, al nuevo CR-V se le nota robusto porque Honda ha conseguido reducir el peso pero aumentar la rigidez del chasis nada menos que un 25 por ciento.
El motor 1.5 VTEC Turbo está en línea con sus rivales en prestaciones pero con un consumo que, aunque muy sensible al tipo de uso y carga, está en cifras por debajo de la competencia. Y eso que los datos anunciados corresponden ya a la nueva normativa que, en teoría, se acerca mucho más a las cifras reales de consumo.