El Gobierno está actualmente tramitando la reducción de la tasa de alcoholemia de 0,25 mg/l a 0,1 mg/l en aire espirado. Una medida que se incluirá en la reforma del Reglamento General de Conductores este mismo año y que ha sido propuesta por la DGT con el objetivo de frenar la siniestralidad provocada por el consumo de alcohol. A partir del 22 de abril, cuando sea debatido en el Congreso de los Diputados, podría entrar en vigor la nueva norma.
Una medida que llegará respaldada por un informe que incluye recomendaciones para reducir la incidencia del consumo de alcohol sobre la siniestralidad y que compara los datos de España y las políticas europeas existentes en esta materia. El análisis ha sido realizado por el Instituto Universitario de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia.
El estudio ha sido presentado, entre otros, por el director general de Tráfico, Pere Navarro, quien ha destacado que la propuesta de reducir la tasa de alcoholemia responde a una demanda ampliamente compartida. Navarro aseguró que antes de que llegara al Congreso de los Diputados el debate, la DGT ya había recibido «numerosas peticiones» tanto de administraciones públicas como de entidades privadas solicitando una reducción del límite legal. «Incluso la propia ciudadanía nos reclamaba avanzar hacia una tasa 0,0 como reflejo de una mayor conciencia social», explicó.
Para el director de la DGT es hora de ser coherentes
Según Pere Navarro, «hemos madurado como sociedad y sabemos que esta combinación no tiene cabida en una movilidad segura. Reducir la tasa de alcohol al volante no es solo una medida legal; es, sobre todo, un compromiso moral con quienes perdieron la vida en la carretera y con las familias que aún sufren las consecuencias de esos siniestros. Ha llegado el momento de dejar atrás los debates, ser coherentes con nuestras campañas de concienciación y fijar un límite de 0,1 mg/l espirado que en la práctica equivale a cero, cero”, concluyó.
El estudio analiza datos de distintas fuentes oficiales y sus resultados son claros: el alcohol sigue siendo uno de los factores de riesgo más graves y persistentes en la siniestralidad vial.
Según los datos, entre 2018 y 2022, se registraron en España 467.117 siniestros con víctimas. De ellos, 18.727 estuvieron directamente relacionados con el consumo de alcohol, lo que supone un aumento del 20,3% en estos años. Además, la presencia de alcohol no solo incrementa el número de víctimas (+16 por ciento) y fallecidos (5 puntos porcentuales más), sino también la gravedad de los siniestros.
A estas cifras, hay que sumar los análisis del Instituto Nacional de Toxicología, que reflejan una tendencia preocupante, según la DGT: un número creciente de conductores fallecidos presentaban alcohol, drogas o fármacos en su organismo, y lo mismo ocurre con peatones víctimas de siniestros viales.
La futura tasa que propone la DGT ya está en vigor en otros países
Por eso, los responsables del estudio recomiendan la reducción de la tasa máxima de alcohol permitida para todos los conductores a 0,10 mg/l de aire espirado, alineándose con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea y el Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte (ETSC).
Esta tasa ya está en vigor desde hace años en países como Suecia y Noruega, dos de los territorios que tienen los mejores datos del mundo en seguridad vial y siniestralidad. En concreto, en 2022-2023 Noruega tuvo una tasa de 21-22 fallecidos por millón de habitantes y Suecia de 22-22, frente a la de España que se situó en 37-36, siendo la media europea de 46.
En estos dos países, la tasa de alcohol en aire espirado de 0,25 a 0,10mg/l se bajó en 1990, acompañada de otras medidas complementarias. Esto supuso una reducción del 12 por ciento en los siniestros con víctimas, una disminución de un 8 por ciento de los siniestros mortales y además se rebajaron un 16 por ciento los casos de personas que conducían bajo los efectos del alcohol.
Debe haber más medidas, no solo la reducción de la tasa de alcohol
Por otro lado, el informe en el que se apoya la DGT destaca que la bajada de alcohol por sí sola no tendría el efecto deseado si no se acompaña de otras medidas. Entre ellas, recomiendan:
• Incremento de los controles de alcoholemia, especialmente en zonas urbanas, con una estrategia aleatoria y altamente visible.
• Generalización de los controles de doble prueba (alcohol y drogas).
• Reformas legales para sancionar de forma más eficaz el policonsumo.
• Potenciación de campañas de concienciación ciudadana.
• Fortalecimiento de la educación vial en autoescuelas y programas de reeducación para infractores reincidentes.
El informe presentado por los responsables del organismo de Tráfico también respalda la elección de la tasa máxima en 01 mg/l dado que aunque lo ideal sería el 0,0, hay algunos alimentos, medicamentos y bebidas “sin” que pueden contener trazas de alcohol, lo que puede generar falsos positivos. De hecho, y según los autores de este estudio, muchos países que recogen este límite en su legislación, solo sancionan cuando se superan ciertos umbrales en la prueba.