Elegir la carretera más espectacular del mundo es una tarea difícil. Hay quien menciona la Carretera Alta de la Selva Negra, famosa por sus paisajes densamente arbolados y curvas retadoras. Otros destacan la N9 de Marruecos, que atraviesa el desierto y las montañas del Atlas, ofreciendo un contraste único entre lo árido y lo majestuoso. En el Reino Unido, los serpentinos trayectos de North York Moors son un desafío tanto para los ojos como para las habilidades al volante. Y al otro lado del Atlántico, la autopista Angeles Crest, en Los Ángeles, parece un paraíso para los amantes de los coches. Sin embargo, para muchos, la Transfăgărășan, en el corazón de Rumanía, se alza como la más extraordinaria de todas.
Esta carretera de nombre difícil de pronunciar fue popularizada a nivel mundial gracias al programa británico Top Gear, que la calificó como la mejor ruta de coches del planeta. Desde entonces, su leyenda no ha hecho más que crecer. Incluso Porsche la eligió como el escenario perfecto para celebrar los 50 años de su icónica tecnología Turbo, destacando su relevancia no solo como una maravilla de la ingeniería, sino también como un símbolo de lo que significa disfrutar la conducción. Con 91 kilómetros de longitud, la Transfăgărășan atraviesa los imponentes Montes Cárpatos, ofreciendo un recorrido que mezcla adrenalina, historia y paisajes que parecen sacados de un cuento.
El mítico castillo que atraviesa esta carretera
A lo largo de la ruta, la misma serpentea entre los picos más altos del país: el Moldoveanu (2.544 m), el Negoiu (2.535 m) y el Vistea Mare (2.527 m), lo que convierte el trayecto en una experiencia impresionante desde el punto de vista paisajístico. Además, cruza por el espectacular lago Bâlea, un espejo de agua rodeado de montañas, que es otro de los puntos de parada obligatoria para los que se atreven a recorrer esta carretera.
La Transfăgărășan no solo es famosa por su trazado serpenteante y su belleza natural. También pasa cerca del Castillo de Poenari, una fortaleza histórica que fue la residencia de Vlad el Empalador, la figura que inspiró la leyenda de Drácula. Este imponente castillo se asoma desde lo alto de una montaña, añadiendo un toque místico al recorrido. No es solo un viaje a través de la naturaleza, sino también un encuentro con el pasado medieval de Rumanía.
Una carretera con pasado oscuro y peligroso
La construcción de esta impresionante carretera comenzó en 1970 bajo las órdenes del dictador rumano Nicolai Ceaușescu, quien la concibió como una vía estratégica para el transporte militar en caso de una invasión. Para llevar a cabo la obra, se utilizaron 6 millones de toneladas de dinamita, una cantidad descomunal que dejó cicatrices permanentes en el terreno. La carretera fue completada en 1974, pero a un costo humano muy alto. Las cifras oficiales hablan de 40 soldados muertos durante su construcción, pero otras fuentes aseguran que el número real de fallecidos fue mucho mayor, llegando a varios cientos debido a las pésimas condiciones y la escasez de recursos.
La falta de medios económicos fue tal que se tuvo que renunciar a los 8 kilómetros de túneles que inicialmente estaban planeados. En su lugar, se optó por una infinidad de curvas cerradas, muchas de ellas de 180 grados, lo que hoy en día es uno de los principales atractivos de la ruta. Cada giro parece una obra de arte destinada a poner a prueba las habilidades del conductor, al mismo tiempo que ofrece vistas espectaculares a cada lado del camino.