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¿Sabemos conducir con lluvia?

Aunque a veces creamos que lo sabemos hacer todo, siempre somos más duchos en unas cosas que en otras. Conducir con lluvia, por ejemplo, no es sencillo porque la distancia de frenado se alarga y la visibilidad se reduce. Evitar las maniobras bruscas, aumentar la distancia de seguridad, reducir la velocidad y llevar las gomas en buen estado son los mejores aliados. Y, cómo no, llevar sistemas de ayuda a la conducción como el ABS, el ESP o el detector de asfalto mojado.

Con el asfalto mojado, además, la frenada se alarga, la estabilidad del coche queda muy com­prometida y es mucho más fácil tener un accidente con consecuencias fatales. Esta dramática posibilidad se reduce lle­vando los neumáticos con dibujo y presión correctos porque con este fenómeno climático la adherencia que puedan tener las ruedas es clave. Así que toma nota. Pero no solo a esto, también a los aspectos que subrayaremos en las próximas líneas.

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La distancia de seguridad cobra más importancia en lluvia

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Con el suelo deslizante a causa de la incómoda lluvia resulta muy recomendable aumentar considerablemente la distancia de seguridad respecto al coche que nos precede. Acostúmbrate a ello. No estás conduciendo en seco y las circunstancias son totalmente diferentes. Esto es crucial sobre todo de cara a evitar que, en una frenada imprevista, impactemos contra el coche de delante al alargarse la fre­nada por el estado del piso.