Aunque a veces creamos que lo sabemos hacer todo, siempre somos más duchos en unas cosas que en otras. Conducir con lluvia, por ejemplo, no es sencillo porque la distancia de frenado se alarga y la visibilidad se reduce. Evitar las maniobras bruscas, aumentar la distancia de seguridad, reducir la velocidad y llevar las gomas en buen estado son los mejores aliados. Y, cómo no, llevar sistemas de ayuda a la conducción como el ABS, el ESP o el detector de asfalto mojado.
Con el asfalto mojado, además, la frenada se alarga, la estabilidad del coche queda muy comprometida y es mucho más fácil tener un accidente con consecuencias fatales. Esta dramática posibilidad se reduce llevando los neumáticos con dibujo y presión correctos porque con este fenómeno climático la adherencia que puedan tener las ruedas es clave. Así que toma nota. Pero no solo a esto, también a los aspectos que subrayaremos en las próximas líneas.
4Ojo a la distancia de frenado
Hilando esto con el punto anterior, es necesario recordar que detener un coche con el suelo resbaladizo nos va a costar más tiempo y espacio que si el suelo estuviese seco. De hecho, diversos estudios concluyen que la diferencia entre frenar en asfalto seco a 90 km/h y hacerlo con el piso mojado es de ¡hasta 32 metros más! Por ello, es imprescindible que aumentemos la distancia de seguridad para evitar sustos innecesarios en lluvia.