Uno de cada tres accidentes mortales se debe a una distracción del conductor. En concreto, según las cifras que maneja la Dirección General de Tráfico, DGT, el año pasado el 42% de los fallecidos en carretera murió por salirse de la vía, (un 13% más que en 2019) como consecuencia de una distracción al volante.
3Las principales las distracciones que apunta la DGT
Según explica la DGT, las distracciones al volante se producen por factores externos al conductor que facilitan que este pierda la atención, como puede ser circular por carreteras que son habituales o que resultan monótonas, también hacer uso del móvil, etc. O por factores internos que afectan al estado del conductor: sueño, fatiga, medicamentos…
Entre las distracciones más comunes se encuentran manejar el navegador del vehículo o la radio, hablar por el móvil o escribir whatsapp, fumar, maquillarse, leer, atender a los compañeros de viaje, buscar objetos en el automóvil, comer o beber, etc.
Comportamientos que hacen que el conductor deje de prestar atención a la carretera en un intervalo de tiempo que puede ser muy breve, pero suficiente para provocar un accidente, salirse de la carretera, no ver un peligro o que no dé tiempo a frenar ante un imprevisto.
El primer efecto de la velocidad y de las distracciones sobre la conducción es el aumento de la distancia de frenado del coche. A mayor velocidad se recorrerá más espacio antes de poder detener el vehículo por completo o antes de disminuir la velocidad lo suficiente para evitar el accidente.
La DGT pone un ejemplo muy ilustrativo: solo chequear la pantalla del móvil para hacer hacer una llamada mientras se conduce a una velocidad de 100 Km/h supone recorrer 140 metros antes de levantar la vista del teléfono y pisar el freno, logrando frenar completamente en unos 155 metros. La distancia total necesaria para frenar a esa velocidad sin ningún tipo de distracción es de unos 28 metros. Es decir, el coche habría recorrido sin control unos 120 metros, que es la longitud de un campo de fútbol.