La unidad probada en esta ocasión se encuentra en una fase de producción más avanzada, con el interior prácticamente terminado, con elementos de serie ya incorporados como los asientos o la consola central flotante.
Un pastel de varias capas
Al volante del Evija se encontraba Gava Kershaw, piloto oficial de la marca y que cuenta por más de 30 los años de experiencia en la marca británica. Es por esto que las impresiones y análisis que aporte a la marca son escuchados con toda la atención ya que estas pruebas suponen un punto clave en el desarrollo de cualquier automóvil Lotus. Kershaw afirma que para dichas pruebas el coche se ha probado en su estado más puro, sin control de estabilidad ni demás controles. Gracias a esto, se puede analizar y crear una mejora mecánica antes de seguir añadiendo capas al pastel, en lo que se trata de un complejo y elaborado proceso de elaboración. En cuanto al test en cuestión, este centró el grueso de la materia en valorar su estabilidad y su agilidad y comportamiento en curvas cerradas. También se hicieron varias aceleraciones rápidas para valorar el agarre y el par motor además de comprobar el nivel de agarre de los neumáticos que montaba la unidad, todo es poco si se trata de un coche con 2.000 CV de potencia.
Y es que Lotus siempre se ha caracterizado por ser exhaustivo en cada coche que ha salido de sus instalaciones y el Evija no es una excepción. Primero se realizan las pruebas mecánicas para después añadir distintas capas como por ejemplo la electrónica. Gracias a este proceso se van perfeccionando distintas áreas con el fin de lograr el máximo rendimiento de la forma más controlada y conociendo de arriba abajo cada detalle del coche.