La pandemia trajo consigo cambios que jamás imaginamos, y entre ellos, uno de los más sorprendentes fue nuestra relación con los medios de transporte. El confinamiento, el trabajo remoto y la limitación de desplazamientos redujeron nuestro uso del coche y nos llevaron a probar alternativas más sostenibles, menos contaminantes, e incluso más eficientes. Así, surgió una “aventura” con otros medios de transporte, y aunque algunos volvieron a su fiel automóvil, muchos prefirieron seguir explorando nuevas rutas. ¿Qué hizo que dejamos de lado el coche? ¿Y qué medios de transporte fueron los protagonistas?
2¿Adiós al coche para trayectos largos?
El uso del coche disminuyó, pero otro medio de transporte ganó popularidad: el avión. Aunque el sector aéreo experimentó un gran parón durante la pandemia, el levantamiento de las restricciones impulsó el “efecto rebote” en los viajes aéreos. En Europa, países con políticas más estrictas contra la COVID-19, como España, Italia y Grecia, vieron cómo sus aeropuertos volvían a llenarse al permitir la reanudación de viajes. Estos países, además, son destinos favoritos para el turismo, por lo que los vuelos internacionales crecieron notablemente en la era post-COVID.
Sin embargo, aunque volar es una opción tentadora, algunos viajeros europeos han comenzado a reconsiderar sus decisiones de transporte, evaluando la huella ambiental de cada trayecto. En lugares como Suecia, donde existe una mayor conciencia ambiental, la gente muestra un interés creciente por los trenes, especialmente para desplazamientos nacionales y regionales. Además, el “flygskam” o “vergüenza de volar” es una tendencia que muchos suecos adoptan para minimizar el impacto climático de sus viajes.